viernes, octubre 27, 2006

Como arreglar la economía mundial

Hace pocos días se ha publicado en El Mundo/La Crónica de León un interesante articulo de Joseph E. Stigitz. Pasamos a continuación a la realización de un comentario al respecto y tras él publicamos el artículo en cuestión.


Comentario
Un defecto que suelen padecer los economistas es que se dedican a realizar funciones de notarios, analizan la situación dando fe con sus estudios, pero no se suelen mojar y dar una solución al problema.

Este artículo es una excepción y aprovechamos un brillante análisis de un economista premio nobel para ilustrar nuestras propuestas.

La globalización pone contra las cuerdas a las antiguas recetas, es por ello necesario superar a Keynes, mediante recetas que liberen la economía mundial y la interdependencia entre países.

Esto solo es posible mediante un acuerdo internacional, y solo será posible si se desbloquean las negociaciones del comercio mundial. Para ello es necesario crear un marco de libre mercado efectivo, cosa que actualmente es imposible. Debido al proteccionismo de los países ricos.

El problema que nos aqueja es que ya no se puede seguir manteniendo la antigua formula, de sustentar nuestra sociedad del bienestar con los impuestos a la producción, alejando la competencia con aranceles.

La libre competencia solo se da si existe igualdad fiscal y esta solo es posible si se cambia el modelo fiscal mundial y se modifica el pensamiento único imperante.

¿Como? Mediante impuestos que sean internacionalmente neutrales. No nos debemos de olvidar que en China, India y Oriente, se encuentran nuestras empresas deslocalizadas que fabrican para Estados Unidos y Europa, por lo tanto esto siempre generará un déficit fiscal y comercial, que no es solo un problema de EEUU. Lo es de todo Occidente, de hecho el mismo problema lo tiene España. Y el resto de países europeos como Alemania ven como año a año su favorable balanza comercial va decreciendo.

Lo importante no es solo donde se fabriquen los bienes, puesto como bien afirma el profesor Götz Werner, la deslocalización hace que en los países destino se creen puestos de trabajo y con los puestos de trabajo se generan sueldos, que revierten en el consumo de esos países, aumentando su calidad de vida. Se crea mercado. Pero siempre habrá deslocalización cuando en nuestro país a una empresa la obligamos a pagar con un 40% del precio del producto para financiar el estado de bienestar y si se deslocaliza esta en el extranjero esto le supone una enorme rebaja de costes. Siempre tendremos problemas, sobre todo las Pymes y los pequeños empresarios que suponen el mayor tejido productivo de nuestro país, que no se pueden deslocalizar, son los que tienen enormes problemas para competir con las empresas deslocalizadas.

El problema de fondo es que para que la economía funcione correctamente hay que incidir en el motor de la economía y este es el consumo. Por lo tanto si en vez de gravar lo que se produce en el país, se grava el consumo del país mediante el IVA. Nos encontramos ante un impuesto neutral con el país de origen y que no afecta al producto en destino al posibilitar una competencia real entre empresas competidoras. Los estados de bienestar se financiarían mediante un impuesto, neutral, flexible, solidario, proporcional y justo. Dinamarca posee un IVA de un 30%, los países escandinavos de un 25%, por eso son más competitivos. Puesto que al incrementar el IVA, pueden reducir los impuestos que lastran a sus trabajadores, industrias y empresas. Haciendo que estas sean más eficientes y productivas.

Quien más consume más paga, es cierto que los pobres consumen más en proporción a sus ingresos, pero también es cierto que el IVA, se puede modular según los productos. Las empresas también consumen y los empresarios invierten a través del consumo. Es decir todo el mundo gasta y el que más gana más invierte y gasta. Por lo tanto más contribuiría al bienestar social. Este impuesto seria solidario, todos somos consumidores, el que más consume, mas recursos utiliza, a mayor IVA más dinero se aporta a la sociedad para el mantenimiento de las infraestructuras.

El segundo problema que aqueja a la economía mundial es que las plusvalías han de gravarse en el país y en el momento donde se originan, no en el país donde tenga el domicilio social la empresa, esto eliminaría todos los paraísos fiscales así como la doble imposición a la que se ven sometidas muchas empresas. Se dispondría de unos recursos enormes, que se podrían destinar a financiar la Renta Básica a nivel mundial. Creando una economía mundial al permitir el consumo a todo el mundo al desvincular los ingresos del trabajo. De esta forma se podrá meter en cintura el proceso de globalización, de lo contrario nos veremos abocados a guerras por los recursos, mientras solo consumen los países ricos, y los pobres se ven obligados a emigrar y a financiar a los que devoran los recursos naturales, donde en los países pobres apenas tienen para comer.



Cómo arreglar la economía mundial


JOSEPH E. STIGLITZ

La reunión que en el mes pasado celebró el FondoMonetario Internacional (FMI) en Singapur llegó en un momento de creciente preocupación sobre la sostenibilidad de los equilibrios financieros internacionales: ¿durante cuánto tiempo va a poder sostener la economía mundial el astronómico déficit comercial norteamericano (Estados Unidos necesita que le presten 3.000 millones de dólares [más de 2.350 millones de euros al cambio actual] al día) o el creciente superávit comercial de China, que se acerca a los 500 millones de dólares [algo más de 392 millones de euros] por día?
Digámoslo con claridad: estos desequilibrios no pueden continuar indefinidamente. Lo bueno del caso es que existe un consenso cada vez más unánime sobre este tema. Lo malo es que no hay ningún país que crea que es su política la responsable de la situación. Estados Unidos señala acusatoriamente a la divisa china de estar por debajo de su valor real, mientras que el resto del mundo destaca los déficits descomunales de la potencia americana en las áreas fiscal y comercial.
El Fondo Monetario Internacional ha empezado a centrar su atención en este tema –mérito que hay que reconocerle, después de 15 años de haberse preocupado casi exclusivamente por el desarrollo y la transición al desarrollo. La forma con que el Fondo se ha planteado el tema –algo que hay que lamentar– ha consistido en hacer un seguimiento de las políticas económicas de todos los países, una estrategia que corre el riesgo de atacar los síntomas sin afrontar el problema mayor, que es el del sistema.
Es más, tratar los síntomas podría traer como consecuencia que los problemas empeoraran, al menos a corto plazo. Véase, por ejemplo, la cuestión del tipo de cambio de la moneda china por debajo de su valor real y el superávit consiguiente del país, que el Tesoro de los Estados Unidos insinúa que constituye el meollo del problema.
Aun en el supuesto de que China revalorizara su yuan respecto del dólar y redujera así a cero su superávit comercial con Estados Unidos, que es de 114.000 millones de dólares [más de 89.397 millones de euros al cambio actual] al año, y aun en el supuesto de que eso se tradujera inmediatamente en una reducción del déficit comercial multilateral norteamericano, Estados Unidos tendría todavía que pedir prestados más de 2.000 millones de dólares [más de 1.568 millones de euros] al día; es decir, la cosa mejoraría pero en modo alguno es la solución.
De más está decir, por supuesto, que probablemente no se registraría en absoluto ningún cambio de importancia en el déficit comercial multilateral norteamericano. Simplemente Estados Unidos compraría menos productos textiles a China, pero más a Bangladesh, Camboya y otros países en desarrollo.
Entretanto, como un yuan más fuerte haría que los alimentos importados de Estados Unidos fueran más baratos en China, los chinos más pobres – los agricultores – verían cómo caerían sus productos agrícolas en el interior del país. China podría optar por contrarrestar las consecuencias perjudiciales de las subvenciones desorbitadas que recibe la agricultura en Estados Unidos mediante el desvío de un dinero que necesita a toda costa para su desarrollo industrial en favor de subvenciones a sus propios agricultores. El crecimiento económico de China posiblemente se desaceleraría en la proporción correspondiente, lo que a su vez desaceleraría el crecimiento económico de todo el mundo.
No obstante, tal como están las cosas, el gigante asiático es completamente consciente de las condiciones de su pacto tácito con Estados Unidos: China contribuye a financiar el déficit del segundo mediante la compra de bonos del Tesoro con el beneficio que obtiene de sus exportaciones. Si no lo hiciera así, el dólar se depreciaría aún más, lo que reduciría el valor de las reservas de China en dólares (se espera que hayan superado el billón de dólares [más de 784.190 millones de euros al cambio actual] a finales de año). Cualquier país que pudiera beneficiarse de que China perdiese cuota del mercado de exportación podría invertir su dinero en una divisa fuerte, como el euro, y no en un dólar inestable y debilitado o podría optar por invertirlo en su propio territorio en lugar de acumular más reservas. En pocas palabras, a Estados Unidos se le haría cada vez más cuesta arriba financiar sus déficits y el mundo en su conjunto tendría que hacer frente a una inestabilidad mayor, no menor.
No puede hacerse nada de verdadera importancia en relación con estos desequilibrios globales si Estados Unidos no aborda sus propios problemas. Nadie en sus cabales propone que las empresas ahorren dinero en lugar de invertirlo en ampliar su producción sólo porque haya que corregir el problema del déficit comercial; y por mucho que se multipliquen los sermones sobre los motivos por los que los norteamericanos debieran ahorrar más (desde luego, más que el ahorro negativo que los hogares registraron en el año pasado), nadie de ninguno de los partidos políticos ha encontrado una fórmula infalible que garantice que lo vayan a hacer. Las rebajas de impuestos de Bush no lo han conseguido; unos mayores incentivos al ahorro, tampoco.
Es más, los cálculos que se han realizado demuestran en su mayor parte que, en realidad, esas medidas no han hecho sino reducir el ahorro nacional debido a que el coste de los ingresos que el Gobierno no ha obtenido es mayor que el incremento del ahorro de los hogares. El sentido común apunta a que no hay más que una alternativa: reducir el déficit del Estado.
Imaginemos que el Ejecutivo de Bush abraza súbitamente la religión verdadera (al menos, la religión de la responsabilidad fiscal) y reduce el gasto. Demos por hecho que es improbable que aumente los impuestos un Gobierno que no ha dejado de insistir ni por un momento en rebajas aún mayores de impuestos. Por sí solas, las reducciones de gastos llevarían a un debilitamiento de la economía norteamericana y de la economía mundial. La Reserva Federal podría hacer intentos de compensar estos efectos mediante rebajas de los tipos de interés, lo que protegería a la economía norteamericana porque eso animaría a los hogares norteamericanos, aun agobiados por las deudas, a solicitar todavía más dinero a cuenta de préstamos hipotecarios sobre sus viviendas para financiar su consumo. Sin embargo, eso tendría como consecuencia que el futuro de Estados Unidos sería aún más precario.
Existe una salida a este aparente punto muerto: una reducción de los gastos del Estado combinada con un aumento de los impuestos a los norteamericanos con ingresos más altos y una reducción de los impuestos a los norteamericanos con ingresos más bajos. La reducción de gastos produciría por sí misma una caída del consumo pero, como los pobres consumen un porcentaje mayor de sus ingresos que los ricos, el giro impositivo produciría por sí mismo un incremento del consumo. Si se planifica adecuadamente, esta combinación sería capaz de sostener la economía norteamericana y reducir el déficit con carácter simultáneo. A nadie sorprenderá que estas recomendaciones no hayan salido de las reuniones del Fondo Monetario Internacional en Singapur. Estados Unidos cuenta con derecho de veto en este organismo, lo que hace improbable que el Fondo recomiende políticas que no sean del agrado del Gobierno norteamericano.
Bajo los desequilibrios actuales subyacen problemas estructurales fundamentales en relación con el sistema mundial de reservas. John Maynard Keynes llamó la atención sobre estos problemas hace tres cuartos de siglo. Sus ideas sobre la reforma del Sistema Monetario Internacional, entre ellas, la creación de un nuevo sistema de reservas que se basara en una nueva divisa internacional, pueden adaptarse con algunos pequeños retoques a la economía de nuestros días. Mientras no ataquemos los problemas estructurales, lo más probable es que el mundo continúe infestado por desequilibrios que amenazan la estabilidad financiera y el bienestar económico de todos nosotros.

Joseph E. Stiglitz es Premio Nobel de Ciencias Económicas 2001, profesor de Economía en la Universidad de Columbia y ha publicado recientemente Making Globalization Work (Conseguir que la globalización funcione).

(Artículo publicado en El Mundo/la Crónica de León, viernes 6 de 0ctrbre de 2006)
El periódico destaca una idea: «Urge que EEUU reduzca su déficit público y lo combine con una subida de impuestos a los más ricos y una rebaja a los más pobres»

miércoles, octubre 25, 2006

Escuela Leonesa de Eshética

A petición de Horacio, presidente de ARENCI, publicamos un mensaje sobre un acto que tendrá lugar mañana en León.

Amigos estudiosos y debatidores de la “Renta Básica”.
Mañana se presentarán en León unos amigos de Salamanca, con alguno de los cuales he tenido el gusto de compartir las inquietudes de este blog. Se trata de la “Escuela Leonesa de Eshética” “revelada en la ciudad de Salamanca” (que también es leonesa por historia y tradición...). El “maestro fundador” viene con algunos de sus discípulos más adelantados. Es el leonés don Santiago Pérez Gago, filólogo, filósofo, monje dominico, místico y, ante todo, estheta órfico, amante de las mejores tradiciones ancestrales de la nuestra tierra leonesa. Parte esta escuela del aspecto más “espiritual” de la vida y, desde ahí, considera todo lo demás, incluida la realidad social que nos ocupa. De esta escuela, introduje en la reflexión de ARENCI el concepto de “bienser”. Que también nos interesa recordar; pues, aunque ARENCI parte de postulados estrictamente económicos, no somos economicistas y estamos abiertos, como es el caso, a todo aquel que nos tenga algo que aportar.
Por si conocéis a alguien que le interese (incluidos vosotros, por supuesto).
Sin compromiso y siempre en "vuelo libre".
Gracias.
La presentación es a las 20 h. 26 de Octubre en la Sala "Club de prensa" del diario de León.
Gran vía de San Marcos, 8. Entrada por calle Fajeros).

Horacio García Pacios (Astorga, León)

domingo, octubre 22, 2006

Políticos, bajense del árbol

Adjunto una tribuna publicada en el Diario de León (15.10.2006), pidiendo a los políticos cordura y que se tomen en serio la necesidad de meditar sobre la necesidad de una nueva economía social sostenible.


TRIBUNA Políticos bajense del árbol
Ramiro Pinto Cañón
AL VISITAR la exposición organizada por la Caixa, De mono a hombre , me quedé impresionado. Al final de la misma se exponen unos libros. Uno de ellos es El proceso de humanización no ha terminado aún , del arqueólogo Eudald Carbonell. Este autor mantiene que hay que conseguir socializar el conocimiento y que los logros y beneficios de la tecnología deben llegar a toda la sociedad. En el resumen del libro se plantea que uno de los pasos para el desarrollo de la humanización es lograr una economía más racionalizada. ¿Qué es una economía más racionalizada? No creo que se refiera a una economía planificada, aunque hará falta una planificación global sobre temas que afectan a la humanidad y que suponen una amenaza para una gran parte de los habitantes del planeta y han de ser controladas, como son el crecimiento demográfico, los problemas medioambientales y el aprovechamiento unilateral de las fuentes de energía y materias primas. Una economía más racionalizada consiste en razonar sobre el proceso económico y buscar medidas concretas que permitan la distribución de la riqueza y a la vez mantengan la dinámica de crecimiento económico, haciéndolo sostenible desde el punto de vista medioambiental. De esta manera, al introducir estas nuevas variables en los análisis teóricos de economía, es como llegamos a ver la necesidad de establecer la Renta Básica, una vez que sea posible, a través de la propuesta de financiación de la asociación Arenci, que actualmente estudia el Parlamento Europeo y próximamente una subcomisión de las Cortes en España. Como explica Jared Diamond en su obra Ocaso , es necesario recoger las cuestiones ambientales en función de la economía, pues en su estudio llega a la conclusión de que el declive de todas las civilizaciones y modelos de sociedad que han sucedido a lo largo de la historia tienen un denominador común: el deterioro del medio ambiente. Este deterioro afecta a la fertilidad del suelo, la salud, cambios climáticos, hasta ahora de una manera local, pero en este momento repercute en el planeta Tierra de manera global. La sociedad actual tiene la oportunidad de analizar los sucesos del pasado y aprender de sus errores, tomar decisiones y actuar en consecuencia. Por una parte los economistas no manejan la sostenibilidad ecológica como variable de sus estudios de economía política. Marcan las pautas de la política económica de los gobiernos sobre la base del crecimiento económico y la creación de empleo, junto con el ajuste presupuestario para evitar la inflación. El nuevo concepto de la Productividad Total de los Factores (PTF) se utiliza de manera mecánica, tanto en los modelos liberales como keynesianos, y no tienen una visión de la economía en su conjunto, los árboles no les dejan ver el bosque. Por otra parte los políticos caen cada vez más en el tactismo , como estrategia de mantenerse en el poder, y hacer políticas de confrontación con la oposición y medidas que caigan bien a determinados sectores, sin hacer pedagogía política ni debates críticos sobre las necesidades globales de nuestra sociedad. Hacen de su labor propaganda y no política de ideas. Por ejemplo se mantienen lo que algunos sociólogos y economistas críticos llaman las «ayudas perversas», que impiden el desarrollo de los países pobres e incrementan la destrucción del medioambiente. Esto ocurre con las subvenciones a sectores cuyos productos no son rentables sin las ayudas dadas, la agricultura, la pesca, el agua de regadío, el azúcar, la minería del carbón. Esto se ve en casos como en los países ricos que se ven obligados a mantener las centrales térmicas. Las ayudas a los agricultores impiden la comercialización de productos de países pobres, que ven inundados sus mercados por otros excedentarios y abaratados por esas ayudas públicas. Los políticos se ven acorralados por la necesidad de resultados electorales, sin ver que con W. Churchill Gran Bretaña ganó la II Guerra Mundial pero él perdió las siguientes elecciones. Hoy es necesario ganar el reto sobre la amenaza global que nosotros mismos, como sociedad, hemos creado. A veces hay medidas que son paradójicas y no se entienden hasta pasado el tiempo. Por ejemplo cuando Henry Ford subió el sueldo a sus obreros, más allá del convenio y por decisión propia, los accionistas le denunciaron a los tribunales, pues perdieron valor sus acciones. Sin embargo salieron ganando a largo plazo, pues esos mismos trabajadores fueron quienes compraron los coches que fabricaban, lo que de otra manera no hubieran podido hacer por ser un artículo de lujo. Bajar los precios con la productividad en cadena y ampliar el mercado con la subida del nivel de vida consiguió incrementar a largo plazo el valor de las acciones. Desde el punto de vista ambiental fue un error, pero en aquella época no se supo. Actualmente la fiscalía de California ha emprendido una batalla legal contra los fabricantes de automóviles por no dejar comercializar otros motores que eviten la contaminación con el CO 2 que atenta contra la Humanidad. Asistimos a una serie de cambios, lo cual Javier Arenas, antiguo ministro de Trabajo, llamó «una mutación histórica» a la que hay que adaptarse, que requieren nuevas maneras de pensar los problemas y racionalizar la economía, como forma de adaptarse a la nueva realidad. Es decir evolucionar. Hace un año el escritor y premio Príncipe de Asturias, Carlos Fuentes, planteó que el paso de la economía industrial a otra tecnológica y de servicios es un cambio tan radical que hace falta un ajuste que tenga en cuenta el desplazamiento del empleo. Luis Martínez Noval, también antiguo ministro de Trabajo, expuso en las Jornadas sobre Economía Política, celebradas en León, que ha habido una evolución en las políticas sociales, y a su vez describió una serie de fenómenos que considero se pueden entender como crisis del empleo, como son las prejubilaciones, la diferencia entre el salario real y el monetario, los ajustes de plantillas, nuevas enfermedades laborales de tipo psicológico, etcétera. Lo cual nos debería hacer pensar que hay que cuestionar la centralidad del trabajo como eje de la economía y la política. Y esto es a lo que da respuesta la renta básica, como base de subsistencia y de forma incondicional a las personas de una determinada zona monetaria en la que se pueda aplicar, como es la zona euro. La renta básica define el crecimiento económico, ¿hasta dónde y cuándo?, ¿hasta que esquilmemos nuestro planeta? La racionalidad nos lleva a pensar que hasta que sea posible la renta básica, y favorecer así un crecimiento sostenido. Esto exige que los políticos se bajen del árbol y empiecen a andar en otra dirección. Pensando en el futuro, el de todos, pues somos una especie aún en evolución. Del mono al humano

Junto al articulo anterior, quisiéramos presentar un articulo publicado en el Faro De Vigo con cierto humor y que proporciona un motivo de pensamiento al exigir a los políticos a que cumplan sus promesas electorales, recordándonos que todos participamos y debemos elegir, a quien mejor nos pueda representar.


Un candidato a las próximas elecciones en Cataluña ha requerido al notario para que dé fe pública de sus promesas a los electores.

Un candidato a las próximas elecciones en Cataluña ha requerido al notario para que dé fe pública de sus promesas a los electores. Y luego dicen que los desconfiados somos los gallegos.Confianza es lo que parece querer transmitir el nacionalista Artur Mas al firmar ante escribano su "contrato" con los electores, que incluye promesas de gobierno valoradas en 200.000 millones de pesetas y la garantía de que no pactará con cierto partido conservador, así lo maten. Entre caballeros debería bastar con la palabra dada, pero se conoce que los políticos no están muy seguros de que las gentes del común confíen en su hidalguía. Nada mejor para reforzar esa mermada credibilidad, por tanto, que el recurso a formular sus ofertas en presencia de un fedatario público.Si no otra cosa, la singular iniciativa del candidato Mas tendrá al menos la virtud de abrir nuevas líneas de negocio para los notarios. A los habituales trámites de poderes, testamentos, protestos y actas de sociedades mercantiles, se añaden a partir de ahora los contratos que los líderes políticos quieran firmar con sus eventuales votantes. La idea no puede ser más feliz, si se tiene en cuenta que el notario proyecta a ojos de los ciudadanos una imagen seria, adusta y respetable. Nada mejor que ese halo para nimbar de la necesaria formalidad los actos de los políticos, con frecuencia reputados de informales en el cumplimiento de los compromisos que suelen adquirir en campaña. Cuestión distinta es que el candidato Mas haya aportado algún concepto novedoso a la historia de las tradiciones políticas. El "contrato social" fue minuciosamente definido ya por Rousseau en el siglo XVIII; e incluso mucho antes por Platón. Bien es verdad que el que ahora se propone en Cataluña es un contrato de orden más bien mercantil, como corresponde a aquel industrioso reino autónomo; pero el fondo de la cuestión viene a ser aproximadamente el mismo. Lo que los candidatos proponen, aunque no siempre de manera tan cruda como Mas, es que cada elector use su voto tal que si fuese una moneda de cambio válida para comprar un programa de gobierno. Dado que el político es un producto como otro cualquiera que se vende al público mediante refinadas técnicas de marketing electoral, no parece del todo ilógico que esa transacción sea certificada por un notario. Ahora bien, los fedatarios públicos se limitan a dar fe de lo que ven, como su propio nombre indica. Se ignora, por tanto, a quién deberían reclamar los electores defraudados por un candidato en el caso -no improbable- de que faltase a las promesas hechas con garantía notarial. La lógica sugiere que deberían exigirle cuentas al político incumplidor en las siguientes elecciones; pero eso ya es cosa sabida para la que sobra el concurso de un escribano.Antes que un contrato electoral ante notario, tal vez resultase más provechoso que los candidatos suscribiesen un seguro a favor de sus votantes. Si, por ejemplo, se les prometieran 500.000 puestos de trabajo y en lugar de eso, el número de parados creciese en varios millones, las víctimas de tal fraude tendrían derecho a ser indemnizadas en una cuantía a fijar en las cláusulas de la póliza. Infelizmente, la formalización de una garantía así habría de chocar tal vez con la resistencia de las compañías aseguradoras a suscribir contratos con gente a menudo tan informal como los candidatos en campaña. Mucho es de temer, pues, que los electores catalanes deban conformarse con la solemnidad que un notario otorga con su presencia a las ofertas electorales.No se recordaba una cosa así desde que años atrás el entonces monarca Don Manuel concurrió a ciertas elecciones en Galicia con el aval de un parte médico que certificaba su buen estado de salud. Notarios, médicos y lo que haga falta: todo sea por darle emoción a las votaciones, que últimamente están perdiendo el favor del público.
Anxel Vence

jueves, octubre 19, 2006

El fracaso de la banca capialista

Ya que estamos con el tema de los microcreditos, nos queremos hacer eco de un articulo de Juan Torres Lopez, publicado en Rebelión, que es muy ilustrativo y confirma más aun si cabe nuestra
forma de pensar. Observando la necesidad de un Renta Básica que permita que el dinero llegue a todo el mundo, para que exista una verdadera economia mundial.

Un solo "banquero de los pobres" puede sacar de la pobreza a millones de personas con créditos de unos pocos dólares, ¿cómo es posible que siga habiendo millones de pobres en el mundo si los bancos acumulan miles de millones de dólares?El nuevo Premio Nobel de la Paz, o el fracaso criminal de la banca capitalista
Juan Torres López


La concesión del Premio Nobel de la Paz a Muhammad Yunus y a su “banco de los pobres” (el Banco Graneen) me alegra sobremanera en la medida en que es el reconocimiento al esfuerzo constante y ejemplar de una persona que ha logrado sacar de la pobreza a cientos de miles de personas en su país.
Muhammad Yunus fundó en 1976 el Banco Grameen (BG) para proporcionar pequeños créditos (microcréditos, al principio de unos 40 o 45 dólares) sin garantía material a los más pobres de los pobres en las zonas rurales de Bangladesh. De esta manera, eliminando la necesidad de garantía, ha conseguido dar la vuelta a la práctica convencional bancaria que la exige siempre a la hora de conceder los créditos, y ha creado un sistema basado en la confianza mutua, la solidaridad, la responsabilidad, la participación y la creatividad.
En la actualidad, el banco fundado por Yunus es el mayor establecimiento financiero rural de Bangladesh. Posee más de 2,3 millones de prestatarios, y el 66 % de sus clientes ya superaron holgadamente la línea de pobreza. El 94% de los prestatarios son mujeres. El reembolso de los préstamos, con un valor promedio actual de unos 160 dólares, supera el 95%.
Pero el premio tan merecido obliga a llevar la reflexión más allá de la alegría que supone un nuevo e importante reconocimiento internacional a un hombre inteligente y estrechamente comprometido contra la pobreza.
En primer lugar hay que señalar que el Premio Nobel concedido a Yunus está equivocado. Si se le reconoce que su estrategia de conceder miles de pequeños créditos sin garantía, en condiciones ventajosas y sin ánimo de lucro ha logrado erradicar la pobreza, lo que deberían haberle dado a Yunus no es el Premio Nobel de la Paz, sino el de Economía.
No hago ninguna broma. La cuestión es bien importante: ¿por qué el Banco Central de Suecia que concede los premios Nobel de Economía no considera que acabar con la pobreza, y haberlo conseguido en la práctica aunque sea en escala reducida, es mucho más importante y digno de reconocimiento que realizar elucubraciones teóricas las más de las veces sin apenas consecuencias prácticas positivas sobre el bienestar humano, por muy brillantes que estas sean para las mentes cultivadas de los académicos?
Es muy fácil comprobar que las noticias relativas a la pobreza, a la exclusión de millones de personas, al hambre o al sufrimiento que provocan las relaciones económicas de nuestro tiempo no aparecen prácticamente nunca en las páginas “de economía” de los periódicos. Cuando se hace mención de ellas se llevan a las de sociedad, como si no tuvieran nada que ver con las empresas, con el dinero, con los bancos,… que son de lo que se ocupan los economistas o los periodistas económicos más reputados.
Frente a esa manipulación grosera, hay que insistir en que la Economía que se cultiva en los círculos académicos ortodoxos, en los ministerios neoliberales y en las escuelas de negocios es una construcción ideologizada que no se orienta a resolver los problemas reales de la Humanidad. Por el contrario, cuando surgen propuestas o prácticas, como las de Yunus, capaces de transformar la realidad desde otros postulados (en el caso del ahora Premio Nobel de la Paz, desde la solidaridad, la generosidad y la cooperación, en lugar de la competencia y el lucro) lo que se hace es marginarla fuera de las fronteras “de la economía”.
En segundo lugar, hay que tener en cuenta que, como el propio Yunus no se cansa de señalar, que si los microcréditos ofrecidos al margen del sistema financiero convencional son tan útiles e incluso imprescindibles para combatir la pobreza, es porque no los proporcionan quienes tienen la función económica de hacerlo: los bancos y demás entidades financieras.
Yunus denuncia constantemente que la banca convencional es una fuente constante de exclusión financiera y social porque no proporciona financiación a los pobres, es decir, a quienes no pueden ofrecer más garantía que su propia persona, su trabajo, sus ideas o su capacidad emprendedora.
Por tanto, al mismo tiempo que se concede el premio a Yunus y a su Banco Grameen debería señalarse y denunciarse que hay que dar ese premio justamente porque los bancos convencionales provocan la exclusión financiera que obliga a poner en práctica, solamente a partir de la buena voluntad y con medios inconmensurablemente más limitados, experiencias financieras como las de Yunus.
En tercer lugar, reconocer el éxito de la experiencia de Yunus para combatir la pobreza a través de este tipo de pequeña financiación que no se concede con ánimo de ganancia significa reconocer también que las inmensas ganancias de la banca, su inmoral práctica financiera, no es, como se dice, la función que permite crear riqueza, empleo y bienestar en la economía. Al revés: en tanto que el uso que realiza de los recursos financieros se guía exclusivamente por el ánimo de lucro lo que se provoca es una escasez artificial, una provisión ineficiente de fuentes de financiación, porque se deja sin este tipo de recursos, precisamente, a quienes más los necesitan porque viven en situación de mayor carencia.
Por eso resulta que el lucro inmenso de los banqueros no solo es inmoral, por desproporcionado y por ajeno a las necesidades humanas más esenciales, sino que, además, es económicamente ineficiente y dilapidador.
El éxito de la experiencia financiera de Yunus, proporcionando financiación barata y generosa pero cuidadosa y exigente a los pobres, es, paralelamente, la demostración palmaria de que la economía puede funcionar sin que su incentivo esencial sea el ánimo de lucro, basándose, por el contrario, en la solidaridad y dando prioridad a la satisfacción de las necesidades humanas en lugar de a los privilegios de los ricos.
Todo lo que acabo de señalar es lo que lleva una pregunta crucial: ¿si una sola persona puede haber sacado de la pobreza a millones de personas simplemente concediendo a través de su “banco de pobres” créditos de unas pocas docenas de dólares ¿cómo puede justificarse entonces que sigan existiendo cientos de millones de pobres en el mundo mientras que los bancos disponen de miles y miles de millones de dólares?
La respuesta es clara: reconocer el éxito o el mérito de Muhammad Yunus equivale a manifestar bien a las claras el fracaso histórico de la banca capitalista.
Es un fracaso radical porque, como he dicho más arriba, se muestra incapaz de dirigir sus recursos millonarios allí donde son más necesarios. Pero no es un simple fracaso, sino que se trata de un verdadero fracaso criminal porque mientras que hay cientos de millones necesitados de unos pocos dólares para salir de la miseria los bancos se dedican a especular, a acumular beneficios millonarios que se reparten entra la minoría satisfecha, como la llamó Galbraith, y, en definitiva, a mantener un tipo de relaciones económicas que, literalmente hablando, matan y condenan al sufrimiento más innecesario e injusto a millones de seres humanos.
Por eso hay que tener cuidado ser muy críticos con las experiencias que se están dando en muchos países (muchos, precisamente, porque muchos son en los que la exclusión financiera y social se extiende de modo creciente). Me refiero a la práctica que se va generalizando consistente en que las propias instituciones financieras que provocan exclusión y que dedican la inmensa mayoría de sus recursos a la especulación o a la financiación de actividades improductivas o generadoras de empleo precario (cuando no, a puros delitos de evasión o blanqueado de dinero) se laven luego la cara concediendo un puñado de microcréditos a los “necesitados”.
Mi convicción y mi experiencia me dicen que esa pequeña financiación es necesaria (como bien ha demostrado la experiencia de Muhammad Yunus) y que hay que lograr que se extienda y multiplique, pero exigiendo a las entidades financieras que las concedan sin garantías (lo normal es que para un crédito de unos pocos cientos de euros a veces soliciten garantías incluso hipotecarias) que impliquen un sobrecoste personal o financiero insoportable y, además, que no los concedan con cargo a sus cuentas de “acción social”, sino que debería establecerse la obligatoriedad de dedicar una parte de sus recursos a proporcionar estas líneas de financiación..
El problema es, sin embargo, que lo que ha demostrado también la experiencia personal de Yunus que ahora acaba de ser premiada es que esto último no es posible conseguirlo por las buenas, al menos en la cuantía necesaria, de los bancos convencionales. Y precisamente por eso, la última enseñanza de su experiencia es que para acabar con la pobreza es necesario disponer de fuentes de financiación singularmente creadas y administradas para lograr ese fin. Es necesario que haya bancos públicos y privados que actúen sin ánimo de lucro y pongan sus recursos a la disposición de los verdaderamente necesitados. Dejar, como ha conseguido el neoliberalismo en la mayoría de los países, que todos los recursos financieros estén en manos del capital privado que sólo busca lucrarse significa lisa y llanamente renunciar a erradicar la pobreza.
Como ha demostrado Yunus, se puede salir de la pobreza pero para eso hacen falta los recursos financieros que ahora despilfarra la banca. Por eso ahora, cuando la desigualdad es mayor que nunca, es más pertinente que en ningún otro momento el plantear que se “nacionalize” la banca, en el sentido de garantizar que los recursos financieros se destinen en la cuantía necesaria a satisfacer las necesidades nacionales que pasan, sobre todo, por erradicar la miseria y la pobreza.
Quien sinceramente quiera combatir la pobreza debe hacerse primero con los recursos financieros necesarios y esos, hoy día, los tiene un capital privado egoísta e incompatible con el ejercicio más elemental de la justicia. Frente a los bancos de los ricos hacen falta “bancos de los pobres”.

Juan Torres López es catedrático de Economía Aplicada en la Universidad de Málaga (España) y colaborador habitual de Rebelión. Su página web es www.juantorreslopez.com

sábado, octubre 14, 2006

DE LOS MICROCREDITOS A LA RENTA BÁSICA

Quiero aprovechar un tema de actualidad, como es la otorgación del premio noble de la Paz, a un economista, que supo darle la vuelta a la ortodoxia financiera, para ayudar a los pobres. Si bien la RB, va más allá, no cabe la menor duda que con las propuestas y posibilidades de financiación de la RB, se conseguiría mejorar a todo el Tercer Mundo, al permitir que quien no tiene nada, tuviese el capital necesario para empezar y crear el mercado necesario para que el sistema económico y el progreso funcionen.

Estos artículos extraídos del Diario de León, (14.10.2006) nos hacen ver el porque es necesaria la RB.

Lo más revelador del proyecto de Yunus es su confianza en las personas, esa confianza que a veces a nosotros nos falta para ver la realidad y la posibilidad de la RB.


Visión y sensibilidad

Muhammad Yunus (Bangladesh, 1940) aprendió primero las bases de la ortodoxia económica y financiera para, una vez doctorado, ponerlas del revés con su revolucionaria idea de los microcréditos: prestar dinero a los más insolventes, a aquellos que nada pueden ofrecer como aval o garantía y a los que los bancos convencionales ni siquiera dejarían cruzar la puerta. Ayer, la concesión del Premio Nobel de la Paz 2006 reconoció el poder redentor de una iniciativa que ha sacado de la miseria extrema a millones de personas en decenas de países. «Una paz duradera no puede lograrse sin que una parte importante de la población encuentre los medios para salir de la pobreza. El microcrédito es uno de esos medios». Ole Danbolt Mjoes, presidente del Comité Nobel noruego, justificaba así la concesión del galardón al llamado banquero de los pobres y a las tres décadas de funcionamiento de su Grameen Bank. Yunus comenzó «con lo que tenía en el bolsillo», 27 dólares. Sus clientes no podían recurrir a un banco tradicional y su única opción, como la de millones de desheredados, eran los prestamistas. Yunus les facilitó el dinero y rompió así el círculo de la usura, primero como avalista personal y a partir de 1983 con la creación del Grameen Bank. El modelo invertía el de la banca al uso, «que no presta a quien necesita, sino a quien mejor lo puede devolver». Los candidatos a los microcréditos tenían y tienen que demostrar carecer de tierras o propiedades con qué responder. Su loca estrategia dio pronto muestras de acierto. El invento ha crecido y el Grameen tiene ahora 6,5 millones de clientes, casi todos en su país. El 96% son mujeres, y más de la mitad de los beneficiarios han logrado dejar atrás la precariedad extrema en la que se encontraban cuando acudieron a la entidad. Yunus ya ha anunciado que desinará los 1, 4 millones a construir un hospital oftalmológico.


EL trabajo que Yunus desarrolla desde hace 30 años parte de una premisa: cientos de millones de personas viven en la miseria no por falta de voluntad de trabajo o capacitación, sino por carecer de capital. Y la brillante idea que tuvo, y que articuló junto a sus alumnos de la universidad de Chittagong en 1976, fue brindar pequeñas cantidades a mujeres humildes. Un dinero con el que crearon negocios, que devuelven con apenas 2% de morosidad, y que les permitió progresar. Lo interesante del planteamiento de Yunus es que no cuestiona la esencia del sistema capitalista, sino que, con sus reglas, busca hacerlo más equitativo. Hoy miles de instituciones brindan microcréditos. Más de 66 millones de mujeres se benefician de ellos. La única duda tras conocer que Yunus recibirá el Nobel de la Paz, es si el premio que le correspondía no era el de Economía. En especial si se tiene en cuenta que Oriente Próximo vive su peor crisis desde la descolonización. Lo cierto es que en este mundo tan desigual, en el que 800 millones de personas pasan hambre, pocas batallas hay más importantes que la miseria. Y Yunus parece ser uno de los hombres que con mayor lucidez y efectividad le han hecho frente.


En el año 1976, este economista bengalí avaló a 42 mujeres para que un banco les prestase la ridícula cantidad de 27 dólares. Con ese dinero, que devolvieron puntualmente, montaron pequeños negocios y consiguieron escapar de la miseria.

-Un amigo dice que no le han dado el Nobel porque en Estocolmo no saben cuál se merece más: de la Paz o el de Economía.
-Se lo agradezco, pero no me interesa que me admiren. Prefiero que gente haga algo para acabar con pobreza.
-Si le digo que soy mujer, analfabeta y del Tercer Mundo, ¿qué futuro me augura?
-Muy negro. Ni siquiera sería consciente de ser una persona, ni de dignidad. El ser humano, el hombre, tiene la obligación de remover la sociedad para que los pobres desarrollen su potencial y recuperen su dignidad.

-¿Qué fue de aquella mujer que hacía sillas de bambú a quien prestó un dólar en 1976?
-Murió hace años, pero no murió en la pobreza. Y hoy sus hijos no viven en la miseria.

TODAS las personas son potencialmente creativas, serias y fiables; hagamos posible, por encima de los prejuicios heredados, su caudal de productividad. Tal sería el axioma que sintetiza la visión de Yunus de la humanidad, que desarrolló con especial delicadeza para identificar los grupos sociales concretos con quienes ponerla en práctica. Los encontró entre los olvidados de la India, el cosmos donde se crió, en el que reconoció a los dinamizadores que los demás tenían por invisibles, a las mujeres más pobres, a las campesinas de menos recursos. Démosles un pequeño crédito y moverán la tierra, pensó. Así se hizo, miles de componentes del tejido rural hindú descubrieron proyectos que ningún agente suculentamente pagado por todo tipo de organismos oficiales, habían identificado como viables. Fue la revolución silenciosa de las condenadas de la tierra, su camino hacia la dignidad económica y social.
Después otros trataron de copiarlo, pero sin su espíritu fundacional; se quedaron en su técnica bancaria, en el microcrédito o pequeño préstamo a los de escasa solvencia. Nada ha sido igual, porque debieron incorporar sus valores, la original combinación de visión y sensibilidad.

Es por todo ello necesario un cambio de paradigma, que la Renta Básica viene a solucionar, dotando a los ciudadanos el capital necesario para vivir. Nuestro modelo de financiación posibilita esto, al no gravar los ingresos sino el consumo y la especulación.

domingo, octubre 08, 2006

Una Base de igualdad, La Renta Básica

El patriotismo social vuelve ahora sobre la Ley de Igualdad. El eje de su política igualitaria impone discriminación positiva a las empresas. Por más positiva que se presente, sigue siendo controvertida. No faltan quienes la tachan de injusta y contraproducente, por traer como remedio la misma enfermedad. Se trata de establecer cuotas mínimas de participación para superar la injusticia social contra las mujeres. Unas cuotas polémicas y, para algunos comentaristas de ambos géneros, cuotas sexistas , pues nos recuerdan a todas horas la diferencia sexual, cuando la intención inicial era superarla en cuanto a la importancia que no tiene, acabar con ella, olvidarla, que desapareciera como noticia de titulares y no diera más que hablar.
Muchos empresarios se quejan de que no van a encontrar un 40% de mujeres dispuestas a mandar en ciertas ramas de la producción. Vale más ser sensatos y consensuar, no sea que, como suele suceder: toda solución llevada hasta su extremo produce precisamente aquello que, con ella, se trataba de evitar.
¿No recuerdan que la ley electoral de Castilla La Mancha fue declarada, en paridad, inconstitucional? Pero, en esto, ya se sospecha que se aplicará lo de van leyes do quieren reyes y, más modernamente, donde quiere la mayoría en el poder. ¿Por qué no ir más allá y hacer lo mismo (buscar la igualdad) en el campo de la economía estableciendo una cuota mínima de ingresos que todo ciudadano debería tener, a partir de cierta edad? ¿Por qué sólo garantizar cuotas en la participación de las organizaciones y no también respecto de los ingresos mínimos de supervivencia que todo ciudadano necesita? ¿Por qué no aplicar la Renta Básica de ciudadanía?
La idea llegó desde León a Bruselas a principios de 2006 por iniciativa de ARENCI (Asociación Renta Ciudadana). El Parlamento Europeo, admitió a estudio nuestra propuesta de establecer una Renta Básica Europea orientada a llenar de contenido la «Economía social de mercado» (petición 112/2006). Nos identificamos con la construcción europea desde parámetros sociales innovadores. Se trata de poner al día el «espacio social europeo» con una auténtica «revolución europea», regeneradora de esperanzas a partir de una base económica común para todos los ciudadanos de la Unión. La Renta Básica establece una igualdad capaz de dinamizar la economía desde la base, garantiza la igualdad de oportunidades como punto de partida, no así la igualdad de resultados pues, en el mercado, es producto de factores diversos.
Pedimos que se establezca como derecho de ciudadanía el recibir una Renta que garantice a todos los europeos la subsistencia económica, independientemente de su situación laboral o de cualquier otra circunstancia. Ser ciudadano residente en la zona euro daría el derecho a recibirla. La base está en el manual de Ramiro Pinto Cañón: Los fundamentos de la Renta Básica y la «perestroika» del capitalismo (Madrid: Entimema, 2003). Esta renta deberá correr a cargo de las arcas europeas y ser técnicamente gestionada por el Banco Central. La cantidad a percibir, individual y mensualmente devengada, deberá modularse según la edad del perceptor y será una constante al compás del PIB que se establece en el umbral de la pobreza (el 50% de la renta media del área geográfica de referencia, 421€ para la zona euro en diciembre de 2003). La Comisión de Empleo y Asuntos Sociales y la Comisión de Presupuestos estudiarán la idea.
Nuestra propuesta incluye el modo de financiar dicha renta a través de una Tasa Renta Básica, compatible con la homologación del IVA y con la idea de implantar un impuesto europeo sobre la especulación que sirva para financiar las instituciones europeas y esta Renta. Se fundamenta en tres pilares: adaptación a la globalización; paso de la asistencia social para pobres a derechos ciudadanos universalmente garantizados; y desarrollo sostenible. Esto choca con planteamientos ortodoxos, inflexibles e inmovilistas de casi todo el espectro político. Pues, en relación con los objetivos de la agenda de Lisboa, nos parece más fácil y rentable (desde el punto de vista económico) erradicar la pobreza en Europa antes que intentar alcanzar el pleno empleo por caminos al uso, empantanados en el fracaso más pertinaz.
Con Renta Básica se eliminaría el sinsentido del sufrimiento por miedo al despido, y el enorme coste de oportunidad que supone la lucha por mantener miles de empleos innecesarios en la banca, la minería, la siderurgia, o en ciertos sectores de la Administración. ¿Hasta qué punto serían justificables huelgas salvajes como la del aeropuerto del Prat? La Unión Europea puede dar, si hay voluntad política, una respuesta sencilla a las necesidades más elementales de la gente sin necesidad de salvar el presunto escollo del empleo. Esta medida contribuiría, de manera notoria a remediar la desigualdad y «dependencia económica» de parados, mujeres y jóvenes. ¿No sería más fácil establecer la igualdad con Renta Básica? porque dinero hay, y éste (que es cosa, no persona), a diferencia de las mujeres, no tiene derechos ni voluntad que debamos respetar. Nos haría a todos más iguales, pero no idénticos, respetando, al mismo tiempo, la libertad de empresa y la identidad sexual; constituyendo la base material que haga posible el ejercicio de nuestra libertad. Seguramente, con esta medida, se ayudaría mucho más a la mujer.

Horacio García Pacios, presidente de ARENCI-León y Castilla, trabajador social

miércoles, octubre 04, 2006

LA RENTA BÁSICA Y EL TERCER MUNDO

He tenido la oportunidad de leer un articulo del Prof. D.Xavier Sala i Martin, titulado Salvar el Mundo Puede Ser Perjudicial. En principio debo de decir que me parece estupenda la labor que esta haciendo con la fundación http://www.umbele.org/, ayudando a los demás y promoviendo y patrocinando acciones sociales en paises muy necesitados. Traigo este articulo a colación porque en él quizas sin ser consciente de ello el Prof. D. Xavier, esta apoyando la Renta Básica y en el articulo sin ir al grano, el Prof. D.Xavier pone en tela de juicio una ayuda que es necesaria pero no mediante la forma que se realiza, con el fin de argumentar la pésima forma prestar ayuda que tienen los países ricos y que el Prof. no menciona, realizo unos comentarios para a continuación poner el articulo en cuestión.

¿De verdad los países ricos ayudan a los países pobres?, o los países ricos se ayudan a si mismos a costa de los pobres.

Todos sabemos lo que sucede en África, hay dinero para armas, pero no para alimentos. Yo tuve el privilegio de leer un estupendo articulo de una ciudadana Argentina, que le reclamaba a su gobierno donde se encontraban los miles de Dólares de Deuda que se supone había gastado cada ciudadano.

Que hacen los países ricos, condonan los interéses de una deuda, que les han dado para mantener a los regimenes corruptos que les sirven, les ofrecemos planes de ayuda que les obligan a comprarnos material por el importe de la ayuda, es decir les obligamos a que compren nuestros productos. No les dejamos que creen su mercado, y de paso ayudamos a nuestro mercado a resolver nuestros problemas de sobreproducción. Esta es quizas la economía planificada de la que habla el Prof. Sala.

Lo dogmático de los países Capitalistas es que no ayudan al tercer mundo con lo que proclaman, con capital para que en esos países se cree el mercado necesario, sino que los ayudan con bienes, excedentes, derivados del mal funcionamiento de los mercados en los países ricos que con su sobreproducción destruyen las economías y mercados de los países que pretenden ayudar además de endeudarlos.

Por eso las iniciativas como las que proclama el Profesor D. Xavier Sala en su articulo, tienen éxito, porque se trata de dar dinero para que los ciudadanos se organicen, se trata de una renta básica que les permite cubrir sus necesidades, que genera mercado, el mercado genera consumo y el consumo atrae a las multinacionales. Esta seria la mejor manera de ayudar. No que les regalemos nuestros excedentes, conduciendo a la miseria a los agricultores y reventando la escasa economía que poseen.


Como se evita esto con el IVA, un IVA en cada país según sus necesidades y economía para que todos los productos tanto los importados como los nacionales estén en igualdad de condiciones. El producto importado deber de satisfacer el mismo IVA que el producto nacional, esto al menos obliga a incluir los costes logísticos y de transporte de los productos agrícolas importados, lo que permitiría una mejora de los precios y mantener la producción en esos pobres países y viceversa en los países ricos, no serian necesarios ni los aranceles ni las subvenciones encubiertas, generándose una libre competencia que en principio si no existieran los oligopolios de la distribución beneficiaria a los consumidores.


Como bien argumenta el Profesor Sala los ciudadanos de África no pueden exigir responsabilidades porque no poseen ni voz ni voto, su economía la planifica el BM y el FMI, es por ello necesaria una renta básica en esos países, para que los ciudadanos puedan ser libres. Mediante una pequeña Renta Básica se eliminaría toda la corrupción puesto que el dinero se abonaría directamente al ciudadano, siendo el país responsable de organizarse, para crear una infraestructura que garantice la sanidad y la educación. Quizas el unico condicionante para que fuera posible la renta Básica en esos paises seria la implantación de un sistema fiscalizor como la Agencia Tributaria aqui en españa, que fuese capaz de recuadar el IVA, para crear su sociedad de bienestar.


Articulo de D. Xavier Sala i Martin

Salvar el Mundo Puede Ser Perjudicial

Dicen los expertos que 2005 ha sido un buen año para la ayuda al desarrollo: en Febrero Tony Blair propuso el gran plan Marshall para África que triplicará la ayuda hasta 75.000 millones de dólares anuales en los próximos 10 años; en la cumbre de Gleneagles de Julio, los países del G8 condonaron 55.000 millones de dólares de deuda de países pobres; en Agosto, Bob Geldof organizó el megaconcierto Live8 que dicen que llegó a todos los rincones del mundo; en Septiembre, la cumbre mundial de la ONU propuso un plan para multiplicar la ayuda económica. En medio de todo ello, el economista principal de la ONU, publicó el enorme libro The End of Poverty que propone un plan integral con 449 recetas para erradicar la pobreza del mundo. Magnánimos planes, proyectos ambiciosos y miles de millones de dólares de ayuda internacional. ¡Impresionante!
Permítanme los lectores que no llore emocionado ante tanta benevolencia, pero es que las fastuosas declaraciones de buena voluntad y los “planes integrales” para salvar la humanidad se vienen repitiendo desde 1957 (año en que Ghana se convirtió en la primera colonia africana que conseguía la independencia). A pesar de que, desde entonces, la ayuda oficial al continente subsahariano suma ya 615.000 millones de dólares, África está cada día peor.
Los grandes planes de salvación universal no funcionan en África por la misma razón que nunca funcionaron en las economías “planificadas”: los administradores no tienen incentivos para tener en cuenta los deseos de los beneficiarios. Me explico: una empresa que no satisface a sus consumidores es castigada con la ruina y expulsada por el mercado; un gobierno democrático que no satisface a los votantes es castigado con la pérdida del poder y expulsado por los electores. En cambio, un burócrata de la ONU o del Banco Mundial que no satisface las necesidades de los africanos no es castigado. ¡Al contrario! Si hace las cosas mal, dirá que el país en cuestión “se está alejando de los objetivos del milenio” y acabará obteniendo… ¡un mayor presupuesto! (y ya saben ustedes que lo que más pone –con perdón- a los burócratas, es un buen presupuesto) ¿Ven ustedes la perversión del sistema?
Y al no poder exigir responsabilidades, los ciudadanos africanos no tienen ni voz ni voto a la hora de decidir qué se debe hacer en sus pueblos. El problema es que son ellos y no nosotros (cantantes, “expertos” y políticos de países ricos), quienes saben cuales son sus necesidades inmediatas. Conclusión: se construyen escuelas donde no hay estudiantes, hospitales donde no hay médicos y carreteras donde no hay coches. Es decir, el dinero se pierde en acciones tan inefectivas como indeseadas.
Otro problema de los “grandes planes integrales” es que se implementan a través de las burocracias locales, lo que provoca corrupción y genera violencia entre los individuos que luchan por gestionar las donaciones. Es más, malgastan el talento del país al hacer que, en lugar de querer ser ingenieros, arquitectos o empresarios, los ciudadanos más listos quieran ser los poderosos administradores de todo ese dinero fácil. Resultado: los planes no sólo no tienen los efectos deseados sino que acaban siendo perjudiciales.
Lo que no quiere decir que toda la ayuda al tercer mundo sea inútil. Un reciente estudio de los profesores Banerjee y He del MIT demuestra que existen muchas pequeñas acciones que sí tienen efectos positivos. Entre ellas están, por ejemplo, los “salarios para estudiar” o el pago de matrículas, libros y uniformes escolares que promueven la educación.
No es casualidad que uno de los principales objetivos de la Fundación Umbele sea, precisamente, el de financiar “salarios para niños” y otros gastos educativos en África. Tampoco es casualidad que Umbele no intente imponer “soluciones” diseñadas desde aquí, sino que pregunte a la gente de allí qué problemas tiene y cómo cree que se pueden arreglar. Lo hace a través de misioneros que, al llevar años trabajando en África, conocen perfectamente a los ciudadanos y la realidad local. Umbele recoge las propuestas de esos misioneros, las publica en http://www.umbele.org/ y ustedes, tanto si son socios de la fundación (tel. 93 759 1276) como si son donantes ocasionales, deciden si los financian.
Hace un año escribí un artículo en estas mismas páginas pidiéndoles ayuda en nombre de los ciudadanos de África. Gracias a su generosidad, en poco más de un año Umbele ha escolarizado a niños, repatriado a refugiados de guerra y financiado pequeños negocios en ocho países africanos (Malawi, Camerún, Congo, Mozambique, Senegal, Burkina Faso, Costa de Marfil y Kenia). Hemos construido un mecanismo de financiación que no requiere rellenar docenas de solicitudes ni papeleo burocrático. Estamos orgullosos de haber obtenido la confianza de muchos y estamos especialmente agradecidos a Victòria dels Àngels, una de las voces más dulces que jamás cantaron en nuestro planeta: Antes de morir, Victòria dejó a la fundación Umbele como su heredera universal de todos sus bienes.
Pero todo esto, aún siendo positivo, no es suficiente. Muchos africanos siguen teniendo ideas y ganas de salir adelante y Umbele quiere seguir ayudando a que lo puedan conseguir. No prometemos erradicar la pobreza… no porque no queramos sino porque no podemos. No creemos en grandes planes integrales. Creemos en escuchar a los africanos y enviarles recursos eficientemente, sin intermediarios ni burócratas y sin intentar salvar el mundo. Y es que, a veces, intentar salvar el mundo puede ser perjudicial.

La Vanguardia, 12-12-2005