sábado, junio 30, 2007

RENTA BÁSICA CONTRA ETA

Para alcanzar la libertad, la seguridad y la tranquilidad en España no basta con disfrutar de una Constitución democrática, ni con que la mayoría apoyemos que haya justicia e igualdad social. Cada día se hace más evidente otra necesidad tanto o más perentoria: salud mental.

Los trastornos mentales y síntomas están tipificados en el DSM-IV y en la Clasificación Internacional de Enfermedades. Hay profesionales de la salud mental que se preguntan si debería pensarse en añadir otros nuevos, como el relativo al fanatismo que nutre y cohesiona organizaciones como la ETA o Al-Qaeda? Es asunto de psiquiatras, aunque la economía también puede ayudar a prevenir. La economía es la base material de todo proceso social. Así pues, la renta básica, aplicada como medida estrictamente económica y nuevo derecho ciudadano, contribuiría a lograr que no se extienda el fanatismo y su violencia (diferente es la agresividad que da lugar a asesinatos de género, por robo, etc.). La percepción mensual incondicional de unos 600 €/ciudadano, con las características que ARENCI expone en «rentabasica.blogspot.com», hará personas autosuficientes y que no sean arrastradas por algo “inevitable” en la mente humana, como es la creación de realidades propias que requieren destruir la realidad existente, sea cual sea ésta. El libro «Los fundamentos de la renta básica y la perestroika del capitalismo» trata este tema en amplitud, con un capítulo específico. Su autor ha trabajado durante años el tema del fanatismo ideológico y religioso.

La falta de ingresos no es la causa de todo este proceso, pero es abono para la desesperanza y crecimiento del fanatismo. Bin Laden o, por otra parte, unos cuantos hijos de papá burgueses metidos a etarras no necesitan del terrorismo para vivir; sin embargo, en el río revuelto de la pobreza y el mal estar de un trabajo alienante, les es más fácil reclutar nuevos adeptos para su delirio mesiánico o histórico y justificar con razonamientos falaces los crímenes más abyectos. La falta de horizonte hace al pobre, al frustrado, estresado emocionalmente permeable a interpretaciones delirantes de su situación, y aplicar ideas que el renegado Frantz Omar Fanon (Martinique, 1925 – EE.UU 1961) había pensado para circunstancias muy lejanas de Vasconia, en obras como «Piel Negra, Máscaras Blancas», 1952, o «Los condenados de la Tierra», 1961, etc. La falta de sentido en el trabajo, la angustia por sobrevivir es fácil de manipular, bien sea en una sociedad de consumo que no repara en la destrucción del medio ambiente, o en grupos que eliminan al "enemigo". Algo que a nivel global no ha hecho sino empezar y debería ser analizado en profundidad.

La ETA da de comer a muchos que, por falta de alternativas, encuentran un sentido en su modo de vida en la pistola, la bomba y la extorsión. La prostitución, el tráfico de drogas y de seres humanos, etc., dan lugar a una economía sumergida y mafiosa que necesitan muchas personas para sobrevivir. La Renta Básica no sirve para erradicar el fanatismo, pero sí para prevenir su socialización y quitar clientes a la economía sumergida. También ayudará a la recolocación de quienes, al albur del crimen, se ganan la vida en agencias de seguridad. Mientras, la Renta Básica de Ciudadanía nos acercará un paso más a la «Paz Perpetua» que preconiza Immanuel Kant. Por cierto, en otras obras, el filósofo analiza el problema del fanatismo y la superstición convertida en ideología. También Descartes plantea un principio racional, para evitar los engaños del fanatismo, en "El Discurso del Método". O recuperamos la cultura, y con ella el principio de racionalidad, o de otra manera la brutalidad aumentará todavía más con una economía que, cerrada a la razón, no duda en anquilosarse aunque sucumba el mundo. Queremos salir del fanatismo, no tener que elegir entre uno u otro. Debería también leerse la obra de Kierkegaard «O esto o aquello». A ver si se hace una jornada de promoción a la lectura para adultos: economistas, políticos y demás profesionales.

viernes, junio 22, 2007

Una reforma del Estado contra la pobreza


Desde este Blog, queremos hacernos eco de iniciativas que suceden en más lugares del mundo en este caso se trata de un articulo de opinión publicado en Mexico.

Por: Jorge Javier Romero | Opinión

Miercoles 13 de Junio de 2007 | Hora de publicación: 02:00

La Constitución de 1917 tuvo dos innovaciones especialmente relevantes respecto a su modelo, la Constitución liberal de 1857. Por un lado, se estableció un peculiar sistema de derechos de propiedad que sumaba a la propiedad privada de carácter liberal, el reconocimiento de otras formas de posesión colectiva tradicionales, como los ejidos y los bienes comunales, a la vez que le otorgaba al poder Ejecutivo una importante capacidad expropiadora, con base en el principio de la propiedad originaria de la Nación. Por otra parte, la Constitución de 1917 fue la primera del mundo que estableció un conjunto de derechos sociales como parte del pacto social. La huelga y el derecho de organización sindical quedaron consagrados en el texto, en un artículo que tiene mucho de ley secundaria inserta en el corazón constitucional y que hoy muestra serios signos de decrepitud.
Tradicionalmente se habla de la Constitución mexicana como una carta social. Sin embargo, noventa años después de su promulgación original y del montón de reformas hechas a la medida de la megalomanía de los presidentes omnímodos de la época clásica del régimen del PRI, el texto constitucional se presenta como un lienzo parchado y a veces incongruente que requiere de una renovación completa. Esa debería ser la tarea de la Comisión para la Reforma del Estado.
He insistido en la necesidad de entrarle a fondo al cambio de régimen político. La democracia mexicana necesita de una nueva relación entre poderes que supere la del modelo norteamericano del siglo XVIII que hoy mantiene, para lograr un arreglo que haga compatible la pluralidad en la representación con la gobernación eficaz. Sin duda, cualquier recorte en
la representación en nombre de la gobernabilidad sería un despropósito muy grave y podría generar un déficit de representación que podría traducirse en conflicto. Pero no basta con la reforma política para realmente reformar al Estado mexicano y ponerlo al día en sus responsabilidades. Es indispensable una ampliación sustancial de los derechos de ciudadanía, de la concepción misma de éstos para llevarlos más allá de la idea liberal de las garantías individuales y para hacer de la Constitución mexicana, de nuevo como a principios del siglo pasado, una norma pionera.
Y es en ese sentido en el que se debe discutir la cuestión de las garantías sociales. Para adecuar el pacto social mexicano a las condiciones de nuestro tiempo, la Constitución mexicana del siglo XXI debería entender los llamados derechos sociales como derechos de la ciudadanía y sobre esa base construir el modelo de Estado social capaz de enfrentar con éxito las difíciles concreciones de un país escindido por la brecha de la pobreza y la exclusión. Si realmente estamos hablando en serio de un cambio a profundidad del Estado mexicano, entonces es necesario abordar la construcción de un entramado de reglas que garanticen a toda la gente de México un piso común de igualdad de condiciones, indispensable para ejercer plenamente todas sus libertades.
Es la hora de discutir a fondo la posibilidad de crear un eficaz Estado de bienestar que sea financiable. En lugar de parchar lo que tenemos, sería bueno rediseñar la seguridad social para establecerla como un derecho de ciudadanía universal, al que tuvieran acceso todos los mexicanos por el simple hecho de nacer. La educación de calidad debe también ser un derecho universal y, lo más importante, se le debe dar concreción al derecho a una vida digna.
Hace unos días se llevó a cabo en la ciudad de México un seminario internacional sobre el ingreso ciudadano universal. El asunto requiere de una revisión pausada, sin prejuicios ideológicos ni dogmas neoliberales, para ver si tiene viabilidad como derecho de ciudadanía en México. La idea suena realmente atractiva: garantizar a todos los mexicanos una renta básica que esté por encima del umbral de pobreza. El ingreso sería para todos: pobres y ricos, y se financiaría con los recursos que hoy se destinan a todos los programas de subsidio social, con una parte de la renta petrolera y con los recursos de una reforma fiscal seriamente distributiva.
En el seminario y en la conferencia que sobre el tema organizó el lunes pasado Alternativa Socialdemócrata se oyeron razones convincentes sobre las enormes ventajas que tendría establecer el derecho ciudadano a una renta básica: el mercado interno se ampliaría sustancialmente, se reduciría la informalidad y se combatiría la desigualdad entre hombres y mujeres y entre el campo y la ciudad. Pero sobre todo, una reforma de esta magnitud haría a los mexicanos mucho más libres al quitarles las cadenas de la pobreza y la indignidad. Si bien en principio puede sonar a utopía, bien mirado el asunto no es ningún disparate y tiene muchos visos de posibilidad. Bien harían los reformadores del Estado en entrarle a estudiar a fondo el asunto y bien harían los partidos de izquierda en impulsar con energía este análisis.

jueves, junio 14, 2007

Consejo de ministros y Cambio climático

Adjunto ponemos una nota de prensa de la Asociación ARENCI, con motivo de un proximo consejo de Ministros Monografico sobre el cambio Climatico.


NOTA DE PRENSA:

La celebración de un Consejo de Ministros específico sobre el cambio climático nos ha llevado a plantear la cuestión de la Renta Básica a la Ministra Narbona, a cuyo Ministerio hemos escrito para exponer que los problemas se han agravado por el reiterado incumplimiento del protocolo de Kyoto, a pesar de haberlo firmado e intentar lograr sus objetivos. Desde la asociación que presido hemos demostrado hasta la saciedad que dichos compromisos son de imposible cumplimiento, a no ser que tomemos las medidas económicas adecuadas. Para tal fin hemos propuesto la Teoría Alternativa (respecto de Keynesianos y neoliberales) que fundamenta la RENTA BÁSICA; la única, hoy por hoy, capaz de dar una base económica a la lucha contra el cambio climático, al desarrollo sostenible y a la cohesión social (Los fundamentos de la Renta Básica y la «perestroika» del capitalismo, 2004). Por lo cual hemos solicitado se cree una COMISIÓN INTERMINISTERIAL, para su análisis u estudiar su aplicación, en la medida que vemos que es posible y necesario hacerlo, para reestructurar el modelo de subvenciones agrarias y al empleo, evitará la devaluación y temporalidad salarial y exige una reforma fiscal.

Resulta imposible tener éxito en cualquier política medioambiental sin una economía liberada de la necesidad de crear empleo. La Renta Básica aporta esa adaptación a la nueva realidad, lo que permite combinar creación de riqueza con una distribución moderna y eficaz de la misma., en una sociedad global, de pujanza de la economía financiera y progreso tecnológico, a la vez que necesita de un desarrollo sostenible.

Hemos enviado la propuesta en el marco de una economía social de mercado, tal como se recoje en el Tratado para una Constitución Europea. Consiste en dar a cada ciudadano residente de pleno derecho un dinero como derecho para la subsistencia, independientemente de su situación laboral o de cualquier otra circunstancia. La cantidad a percibir, individual y mensualmente devengada, será una constante al compás del PIB que se establece sobre el umbral de la pobreza (el 50% de la renta media del área geográfica de referencia, 550 € para la zona euro en diciembre de 2006).

Hemos presentado un modelo de financiación dentro de una reforma fiscal, cuya estrategia se basa en la financiación a través de un IVA europeo homologado y de una tasa sobre la especulación (al estilo del impuesto que propuso recientemente Nicolás Sarkozy, presidente electo de la República Francesa). No es ninguna novedad, ya la están estudiando tres comisiones del Parlamento Europeo a instancia nuestra (petición nº 112/2006): la de Empleo y Asuntos Sociales, la de Presupuestos y, más recientemente, la de Medio Ambiente. Desde Bruselas, nos han hecho constar que nuestro concepto de «economía racionalizada» es el objetivo global que guía la acción de la Dirección General de Medio Ambiente: «Una economía que consiste en razonar sobre el proceso económico y buscar medidas concretas que permitan la distribución de la riqueza y a la vez mantengan la dinámica de crecimiento económico, haciéndolo sostenible desde el punto de vista medioambiental» (Artur Runge-Metzger, 7/2/2007).

HORACIO GARCÍA PACIOS (Presidente de ARENCI-León)

jueves, junio 07, 2007

Se ha ido D.Enrique Fuentes Quintana

l ‘patriarca’ de los economistas españoles, Enrique Fuentes Quintana (Carrión de los Condes, 1924 - Madrid, 2007), murió este miércoles en la capital de España. La siguiente entrevista fue publicada en el diario 'El Mundo' el 25 de octubre de 2002, con ocasión del vigésimo quinto aniversario de la firma de los Pactos de la Moncloa. La entrevista es sólo una parte de una larga conversación de casi cinco horas que se celebró unos días antes en su despacho de la calle Padre Damián, sede de Funcas. El profesor Fuentes, con una memoria prodigiosa, destripa en esta conversación con Carlos Sánchez, subdirector de El Confidencial, los entresijos de su gran obra: los Pactos de la Moncloa.

Cuenta Enrique Fuentes Quintana que cuando llegue al cielo (y está seguro de que subirá porque, según propia confesión, estamos ante un «católico practicante»), lo primero que hará es presentar a San Pedro un gráfico para demostrarle que gracias a los Pactos de la Moncloa la inflación española pasó del 40% de mediados del año 77 hasta el 2% en 1998, lo que permitió a este país formar parte del euro desde el primer día. A sus 77 años y con una memoria verdaderamente privilegiada, este palentino de Carrión de los Condes aún recuerda con la minuciosidad de un cirujano cómo fue posible llegar a un acuerdo histórico que salvó al país de la bancarrota. El acuerdo en el que al principio nadie creía, ni siquiera el propio Adolfo Suárez.

P.- Decía en 1977 que la democracia acababa con la crisis económica o ésta acabaría con la democracia...

R.- Esa frase se la oí a un diputado socialista catalán, Joan Raventós. Es curioso que en España se repitieran dos coyunturas históricas verdaderamente desafortunadas. La II República nació en medio de una gran crisis económica mundial y lo mismo sucedió hace 25 años. Quien primero se dio cuenta de lo que pasaba en 1931 fue Ortega y Gasset. En las Cortes Constituyentes Ortega dijo: “Tienen que estudiar la situación económica, porque va a condicionar el desarrollo de España. Así que llamen a los economistas para que les den un diagnóstico y sepamos qué hacer”.

P.- ¿Pero la situación era de verdad tan angustiosa?

R.- Era más que angustiosa. España no tenía Constitución, y eso sólo sabemos lo que es quienes hemos estado en un Gobierno. No teníamos a qué atenernos. La crisis de 1977 era tan grave como la de 1931, pero era desconocida porque nacía del encarecimiento del petróleo. Durante el franquismo, España había sustituido su energía por un petróleo a dos dólares por barril. Cuando estalla la guerra del Yom Kippur, a finales del 73, sube a 30 dólares, lo que provoca un agravamiento brutal en los costes de producción. Al principio se siguió importando la misma cantidad de petróleo porque España no tenía energías alternativas, y eso provocó alzas enormes en la inflación.

P.- ¿Cuál fue el encargo de Suárez tras las primeras elecciones?

R.- Yo estaba en el servicio de estudios de las cajas de ahorros y tenía un conjunto fantástico de discípulos. Publicábamos una revista, Coyuntura Económica, que tenía mucho auge. Antes habíamos trabajado en el Instituto de Estudios Fiscales, hasta que apareció la incompatibilidad con Villar Mir [ministro de Hacienda con Arias Navarro].

P.- ¿Qué incompatibilidad?

R.- Villar Mir no sabía lo que hacía. Era un personaje extraño y antinatural, y además nosotros dudábamos mucho del conjunto de la honradez de su gestión. No era de nuestra confianza.

P.- En la España del 77, ¿era más grave el problema político o el económico?

R.- El principal problema político del país era la economía. Indalecio Prieto, que fue el primer ministro de Hacienda de la II República, cuenta que a diario preguntaba a uno de sus colaboradores: “¿Cómo va el cambio de la peseta?”. Y la respuesta era siempre: “Desastroso. Está cayendo otra vez”. Prieto reconoce en sus Memorias que el problema económico fue agravándose y al final fue una de las causas de la Guerra Civil.

P.- ¿Tuvo usted manos libres para negociar los Pactos de la Moncloa?

R.- En principio, no. Nosotros hicimos una locura y fue enseñar nuestro diagnóstico a los partidos de izquierda. Fijamos un encuentro con Felipe González. A la cena acudió también Manuel Lagares. Les contamos que la salida de la crisis debía ser con medidas que afectasen a todas las clases sociales, no impuesta a un sector productivo determinado.

P.- Y el PCE, que entonces tenía mucha influencia en la calle, ¿cómo se implicó en el pacto?

R.- Teníamos relaciones con Julio Segura, que estaba en el Comité Central del PCE. La gran ventaja de 1977 respecto a la situación de 1931 es que en 1943 se había creado una Facultad de Económicas, de donde salieron muchos economistas. Y como dice Milton Friedman, yo no creo que los economistas sean de derechas o de izquierdas, sino que son buenos o malos. Los economistas la izquierda eran buenos. Julio Segura era un ejemplo. Y Carrillo estaba de acuerdo en lo que él llamaba sus economistas, entre los que también estaba Ramón Tamames.

P.- ¿ Y qué pasó con AP?

R.- Mi sorpresa fue que Fraga me envió una carta en la que nos decía que había recibido el volumen dos de Coyuntura Económica, y a continuación comentaba que ése sería su programa para las próximas elecciones.

P.- Y dentro de UCD, ¿había ese consenso?

R.- No. En UCD se decía: “Hemos ganado las elecciones y hay que gobernar”. También había milagreros, como Suárez, que decía que lo que hacían falta era petrodólares. Yo te traigo los dólares que quieras de los países árabes, decía. Y yo le contestaba: Pero si nos los gastamos no habremos resuelto nada, seguiremos teniendo inflación y además, una deuda con los países árabes.

P.- Y en este ambiente, ¿cómo fue posible el acuerdo?

R.- Yo no me cansaba de repetir que podíamos lograr una Constitución democrática con consenso. Durante el mes de julio, las cosas no podían ir peor desde el punto de vista económico. Existía fuga de capitales y los asalariados exigían subidas salariales que no tenían nada que ver con la realidad. Recuerdo que por esas fechas me visitó un economista argentino y me preguntó: “¿Cómo vais?”. Y le dije: “Pues preocupados con la inflación” (ese mes, había llegado al 40%). Y entonces me dijo: “En dos meses se pondrán en el 80% y a final de año en el 100%, haciéndonos compañía”. Eso impresionaba, porque podía ser verdad.

P.- Sorprende que Suárez no viera la necesidad de alcanzar pactos, sin tener mayoría en el Congreso...

R.- El no lo veía. Pensaba en un empréstito exterior a bajo coste para salvar el bache. Recuerdo que al llegar agosto me dijo: Vete de vacaciones, ya verás cómo en septiembre u octubre hemos encontrado la solución. Me fui a La Rábida y empecé a hacer un esquema sobre la base de un pacto social y de una política de consenso. Cuando volví, Suárez me preguntó en qué había pensado, y le dije que en un programa económico que o se aprobaba o me iba del Gobierno. Esto le sorprendió, pero me dijo: «Reúnete con tus colaboradores y pasadlo a limpio». Al terminar septiembre lo habíamos acabado bajo la coordinación de Manuel Lagares.

P.- ¿Y qué pasó después?

R.- Suárez me citó un día a las cinco de la tarde y le expuse el conjunto del programa. Al final, me dijo: “Es el programa más duro que me podía tocar administrar. Es realmente impopular pero hay que hacerlo”.

P.- Antes tendría que convencer al resto de ministerios implicados...

R.- El presidente encauzaba todas las opiniones. Yo me entendía muy bien con Fernández Ordóñez. Los dos estábamos más situados en el centro que el resto, no diría un centro izquierda pero casi. Del Gobierno, al que más le gustó el programa fue a Gutiérrez Mellado.

P.- ¿Qué pasó en la primera reunión con los partidos políticos?

R.- Recuerdo que cuando habíamos empezado se levantó una voz que decía [y hace falsete]: “Si el señor presidente cree que vamos a compartir responsabilidades en este acto, está muy equivocado, ya que la misión del Gobierno es gobernar”. Quien hablaba así era Fraga. Yo siempre he dicho que en España hay dos políticos que Dios los ha fabricado para tratar de evitar a Fraga. Uno es Felipe González y otro Adolfo Suárez. La contestación de Suárez fue magnífica: “Si usted quiere abandonar la reunión puede hacerlo, tiene libertad para ello”.

P.- Usted abandona el Consejo de Ministros sólo siete meses después de su llegada al Gobierno. Se ha dicho que por su enemistad con el ministro Alberto Oliart, que se oponía a la nacionalización de la red de alta tensión...

R.- Las medidas más fáciles de aplicar fueron las estabilizadoras. Pero la reforma tributaria tardaba en llegar. En el caso que usted cita era muy importante suprimir la propiedad privada de la red. Ahí lo que se produjo fue la acción de los lobbies. Recuerdo que muchos informes del Ministerio de Industria venían con el membrete de la patronal eléctrica.

P.- Y al final dimitió.

R.- Yo trufé el pacto de fechas, así podía decir que si no se cumplía lo firmado, me iba. Pero, al final, lo importante es que la situación económica se enderezó y se pudo aprobar una Constitución con consenso. Yo siempre digo que lo más importante de los Pactos fue convencer al país de que había que pagar impuestos.

viernes, junio 01, 2007

Moderación salarial y empleo

El artículo que pongo a continuación pertenece a un artículo de editorial del periódico salmón cinco días, publicado el 23.05.2007.

Es el típico artículo que sirve para crear una corriente de opinión irrefutable en cuanto a los hechos sin aportar datos, tan solo una constatación empírica. Con la cual se pretende explicar que hay que tragar con la moderación salarial, porque no hay otra alternativa.

Tras el correspondiente artículo plantearemos nuestras propuestas

Moderación salarial y empleo

El presidente del BCE, Jean-Claude Trichet, mantuvo ayer un debate atípico en Europa con tres de los líderes sindicales más poderosos del continente. Como era de esperar, no encontraron muchos puntos en común, aunque dijeron coincidir en el objetivo básico: el pleno empleo. Eso sí, las mayores discrepancias se produjeron al plantear qué aportación tiene que hacer cada uno de los agentes económicos a tal fin, y con qué instrumentos. El banquero defendió la moderación salarial, nominal y real, para controlar la variable más disolvente de la riqueza, la inflación, y, como consecuencia, garantizar sostenibles avances de la ocupación.

Puso el ejemplo de la zona euro, en la que la estabilidad de precios, a la que ha contribuido de forma básica la moderación de los salarios, ha permitido crear 12 millones de empleos desde 1999. El caso de España, donde se ha celebrado el curioso encuentro de Trichet con los sindicalistas de la Confederación Europea de Sindicatos (CES), es más llamativo: los sacrificios salariales de los trabajadores se han saldado con avances desconocidos de la ocupación, independientemente de que la participación de las rentas del trabajo haya perdido pujanza en el reparto de la renta nacional frente al excedente empresarial. Hasta la doctrina sindical más resistente en España ha admitido que la moderación de los sueldos ha sido una bendición para el empleo, y han practicado sin discusión, año tras año, el principio de que el empleo es más importante que el salario en su decálogo reivindicativo.

Como asegura el líder del poderoso IG Metall alemán, Jürgen Peters, cierto es que moderación salarial no es garantía absoluta de más empleo. Pero la experiencia dice que es condición imprescindible. Y lo será más en el futuro, con un mercado abierto y globalizado, y una tendencia creciente del capital a la búsqueda permanente de mejoras en todos los costes.

No es precisamente Europa un continente que ofrezca muchas alternativas a la industria manufacturera, en comparación con las que ponen a su disposición las economías emergentes. Y ya no valen los mecanismos proteccionistas del pasado para crear mercados cerrados y garantistas. El fenómeno de la mundialización es imparable y el movimiento migratorio, del capital y de las personas, se ha convertido en elemento imprescindible del sistema productivo. La actividad y la estrategia sindical deben globalizarse también y poner el acento en los derechos de una inmensa masa laboral utilizada económicamente de forma desleal en muchas partes del mundo, además de política y socialmente privada de derechos básicos.

Planteamientos como los expresados por los sindicatos de la CES ayer en Sevilla, según los cuales la demanda interna debe estimularse mediante los ingresos salariales y las prestaciones sociales, carecen de validez porque sólo activan impuestos, gasto público, inflación e ineficiencia. Los sindicatos tienen el deber, que no sólo el derecho, de reivindicar el pleno empleo. Y para lograrlo, el camino más corto es cualificar cuanto más mejor la ocupación, demandando instrumentos para mejorar su productividad, puesto que sólo con el constante crecimiento de ésta puede sostenerse un avance no destructivo de los salarios.

Comentario:

Con el fin de no perder el hilo argumental hemos insertado en negrita textos del articulo, para ofrecer una mejor comprensión.

El articulo es inapelable, demuestra unos conocimientos agudos de la economía, de persuasión y de concienciación política argumentando que no existe otra vía.

Lo fácil en estos casos es contestar como lo harían los sindicatos, para ello expongo una argumentación sacada fuera de contexto de un articulo del Prof. V.Navarro, en su articulo”La crisis de la Europa social” publicado en el País el 24.01.2007.

Un hecho con menor visibilidad mediática, pero de igual trascendencia, ha sido una redistribución de la renta basada en un gran crecimiento de las rentas del capital y un estancamiento de las rentas del trabajo.

Un ejemplo de este fenómeno generalizado en la UE se presenta también en España.

El beneficio neto de las empresas no financieras españolas aumentó un 25% en el año 2005, y el de los grandes que cotizan en bolsa y que se incluyen en el IBEX-35 fue de un 44%.

Los grupos que consiguieron mayor crecimiento de sus beneficios fueron las empresas energéticas, la banca (que según la Asociación Española de la Banca, alcanzó un crecimiento de los beneficios de 58,8% respecto al año 2004) y las empresas de la construcción.

Este crecimiento de los beneficios del Capital contrastó con el estancamiento de los salarios.

El salario promedio en el año 2005 tenía prácticamente la misma capacidad adquisitiva que en 1997, habiendo crecido sólo un 0,4% durante tal periodo. Esta situación se ha reproducido en la gran mayoría de países de la UE, contribuyendo a un gran Crecimiento de las desigualdades de renta, siendo España uno de los países donde tal crecimiento ha sido mayor.

Como vemos esta es también la realidad pero ni una argumentación ni la otra aportan soluciones y en ambas quedaríamos como unos expertos economistas. Ahora vamos a ir comentando párrafo por párrafo el artículo de la editorial para ir desengranada nuestra propuesta y mojándonos con soluciones al problema que se plantea.

El banquero defendió la moderación salarial, nominal y real, para controlar la variable más disolvente de la riqueza, la inflación, y, como consecuencia, garantizar sostenibles avances de la ocupación.

Puso el ejemplo de la zona euro, en la que la estabilidad de precios, a la que ha contribuido de forma básica la moderación de los salarios, ha permitido crear 12 millones de empleos desde 1999. El caso de España, donde se ha celebrado el curioso encuentro de Trichet con los sindicalistas de la Confederación Europea de Sindicatos (CES), es más llamativo: los sacrificios salariales de los trabajadores se han saldado con avances desconocidos de la ocupación, independientemente de que la participación de las rentas del trabajo haya perdido pujanza en el reparto de la renta nacional frente al excedente empresarial.

En primer lugar la inflación no es una variable que disuelve la riqueza, de hecho la inflación provoca que el dinero valga menos, pero los bienes valen lo mismo ya que estos se encarecen. En un entorno económico como el que hemos vivido hasta ahora en España, donde el tipo de interés ha estado por debajo de la inflación ha empujado a los consumidores a endeudarse, sobre todo en bienes tangibles como la vivienda, esto ha provocado que la construcción represente un 17% del PIB, y que se haya generado empleo como nunca en este país. El endeudamiento provoca que se traiga a presente en dinero contante y sonante los pagos futuros, es decir la hipoteca provoca que yo pague hoy con dinero que iré pagando poco a poco. Esto genera un exceso de liquidez en el sistema que esta obligando a las empresas constructoras a invertir esos enormes beneficios que han obtenido. ¿Dónde? En sectores consolidados que les permitan capear el temporal cuando la construcción flojee como pueden ser las empresas eléctricas. Este exceso de liquidez hace que la bolsa suba y este exceso de liquidez es provocado por los bajos tipos del BCE.

Vemos también como el excelente economista que realiza este artículo se protege las espaldas ante los datos, con el argumento de que el excedente empresarial ha aumentado en estos años con respecto a las rentas del trabajo.

Como bien argumenta el profesor Werner, los empresarios no pagan impuestos, sencillamente porque todo esta incluido en el precio, también los salarios están incluidos en el precio si estos suben, también lo harán los precios pero: ¿cuanto representa realmente el salario en el precio del producto? Esto dependerá evidentemente del producto, pero si partimos de la premisa que a mayor productividad menos incide en el precio, se entiende cual es la solución, no obstante una subida del 2% en los salarios, nunca incide en esa misma proporción en el precio, pero por norma siempre se suelen revisar los precios por la parte empresarial sobre todo a final de año y achacar el aumento a los sueldos y a los impuestos.

Hasta la doctrina sindical más resistente en España ha admitido que la moderación de los sueldos ha sido una bendición para el empleo, y han practicado sin discusión, año tras año, el principio de que el empleo es más importante que el salario en su decálogo reivindicativo.

La doctrina sindical lo resiste todo lo que quizás no lo resista es la economía, es lógica la postura sindical que se prefiera que trabajen más personas a que estas ganen más y que se pueda asegurar la viabilidad de la empresa. Esta doctrina no suele coincidir con la de los gestores de las empresas que a través de la denominada retribución variable y stock options intentan robar a los accionistas todo lo que pueden para sigilosamente adueñarse de las empresas para las que trabajan. Pero todo tiene un limite, la economía es un ente muy complejo, pero funciona con una gasolina que se denomina dinero y sin dinero no hay consumo y sin consumo la economía no funciona. Los sueldos bajos con un gran volumen de hipotecas, lo único que pueden producir es un retraimiento del consumo que provoque una crisis. Es por ello necesario una estrecha vigilancia del sistema y para evitar esto nosotros proponemos una renta básica que permita que todo el mundo pueda consumir independientemente de si tiene trabajo o no.

Como asegura el líder del poderoso IG Metall alemán, Jürgen Peters, cierto es que moderación salarial no es garantía absoluta de más empleo. Pero la experiencia dice que es condición imprescindible. Y lo será más en el futuro, con un mercado abierto y globalizado, y una tendencia creciente del capital a la búsqueda permanente de mejoras en todos los costes.

Este párrafo es fabuloso, un líder sindical de un país avanzado argumenta que la moderación sindical será una condición imprescindible en un mercado abierto y globalizado, con las palabras mágicas lo arreglamos todo pero además asegura que no será garantía absoluta del pleno empleo, vamos este párrafo se define con dos palabaras im-presionante.

No es precisamente Europa un continente que ofrezca muchas alternativas a la industria manufacturera, en comparación con las que ponen a su disposición las economías emergentes. Y ya no valen los mecanismos proteccionistas del pasado para crear mercados cerrados y garantistas. El fenómeno de la mundialización es imparable y el movimiento migratorio, del capital y de las personas, se ha convertido en elemento imprescindible del sistema productivo. La actividad y la estrategia sindical deben globalizarse también y poner el acento en los derechos de una inmensa masa laboral utilizada económicamente de forma desleal en muchas partes del mundo, además de política y socialmente privada de derechos básicos.

Entramos en el tema central del artículo, aquí se describe muy bien la problemática a la que tanto hemos recurrido en nuestro Blog.

Las economías emergentes no ofrecen mejores alternativas que nuestra economía el problema de fondo es que nuestro sistema grava a nuestros productos con el coste del estado de bienestar, cada producto que fabricamos en este país contribuye con un 40% de su precio al estado de bienestar mientras que lo que importamos tan solo contribuye con un 16. En los países europeos más competitivos lo que importan contribuye entre un 25 y 30% del precio a su estado de bienestar. Por eso no somos competitivos y por eso se deslocalizan las empresas y lo más escandaloso es que quien más se beneficia son las multinacionales que son las que verdaderamente pueden deslocalizar la producción, y los que pierden son las pymes, los autónomos y por ende los trabajadores que suponen el 80% del tejido productivo del país.

Es cierto que hoy no podemos aplicar mecanismos proteccionistas pero podemos obligar a que los productos que importamos contribuyen en igual medida al estado de bienestar que lo que producimos, con lo que se crearía una verdadera competencia internacional, en donde la calidad, el transporte y la logística dictaran la ventaja competitiva.

La globalización es imparable pero el movimiento migratorio no debe de ser un elemento imprescindible del sistema productivo, el problema reside en la falta de recursos, lo que obliga a la emigración. Mediante una renta básica universal esto no sucedería cada persona desea vivir en su país otra cosa es que se viaje para adquirir conocimientos y como experiencia. Pero si algo posibilita las nuevas tecnologías es trabajar desde cualquier parte del mundo.

Es cierto que los sindicatos deben de globalizarse y poner el acento en los derechos de los trabajadores, pero ¿Quien usa deslealmente a la masa laboral ?, ¿Que gobierno permite que se usen a los inmigrantes? Porque es escandaloso que en España aparezcan 400.000 emigrantes y de repente todos con contrato es que acaso antes no trabajaban y si ese es el caso como es que no se encontraban en una situación legal, es que acaso antes no existía fraude. Y hay que recordar que el empresario que utiliza mano de obra ilegal esta realizando un fraude no solo a la sociedad sino también al mercado ya que gracias a eso puede vender más barato sus productos produciendo competencia desleal.

Planteamientos como los expresados por los sindicatos de la CES ayer en Sevilla, según los cuales la demanda interna debe estimularse mediante los ingresos salariales y las prestaciones sociales, carecen de validez porque sólo activan impuestos, gasto público, inflación e ineficiencia.

Este párrafo ya es el colmo, realiza un ataque directo contra los planteamientos sindicales.

La demanda interna debe de estimularse mediante los ingresos salariales, mediante prestaciones sociales o mediante una renta básica, no queda otra y la última opción permite generar una distribución homogénea de la riqueza. Esta demostrado que los países más prósperos son aquellos que disponen de una mejor redistribución de la riqueza. Sin ingresos la economía mal que nos pese no funciona, de nada sirve que se pueda producir mucho si nadie puede comprar. Pero esta estimulación no tiene porque provocar inflación ni ser ineficiente, de hecho nuestra propuesta de la renta Básica generaría un sistema económico con una mayor eficiencia, al financiar cada proceso económico según su consumo y no según su ingreso, el estado de bienestar.

Los sindicatos tienen el deber, que no sólo el derecho, de reivindicar el pleno empleo. Y para lograrlo, el camino más corto es cualificar cuanto más mejor la ocupación, demandando instrumentos para mejorar su productividad, puesto que sólo con el constante crecimiento de ésta puede sostenerse un avance no destructivo de los salarios.

Y en este último párrafo el autor nos propone la receta universal, mucha mano de obra que demande trabajar, bien formada y sobre todo barata. Anteriormente hemos mencionado porque el aumento de la productividad incide en el posible aumento del salario, pero sobre todo incide en un aumento del beneficio de la empresa. Yo no estoy en contra del aumento de la productividad, al contrario el aumento de la productividad permite el desarrollo de la sociedad, pero lo que también hay que decir es que en la mayoría de los casos el aumento de la productividad incide en el empleo, a mayor productividad menor empleo. Por eso es necesario disponer de un sistema alternativo y es aquí donde la renta básica se ve fortalecida, En una sociedad avanzada la renta básica permite separar los ingresos del trabajo remunerado y permite que la sociedad evolucione más rápidamente al no tener que mantener estructuras empresariales ineficientes por motivos de empleo. Y aquí si que coincidimos con el autor la formación supone el eje fundamental en cualquier sistema económico.

Como bien argumenta el matrimonio Toffler nos encontramos en la era del conocimiento y ya que si la renta básica elimina la necesidad del empleo, es necesaria una adecuada formación para que cada ciudadano pueda aportar lo mejor de si mismo a la sociedad y esto solo es posible mediante una imprescindible formación tanto humana como técnica.

El animo de este articulo no es otro que demostrar con que sutileza y maestría se argumenta desde los medios, desgajar la sutileza expresada y mediante mi particular visión proponer alternativas, discutibles pero alternativas, la economía no solo es aportar datos y estadísticas, también consiste en realizar propuestas y nosotros defendemos la necesidad de una renta Básica que cada vez es más necesaria y que supone el principio de una nueva evolución social.