sábado, julio 11, 2009

Huelgas sectoriales en tiempos de recesión, un grave error

Huelgas sectoriales en tiempos de recesión, un grave error

Asistimos a un intento de negociación en la mesa del diálogo social. Pero el sector empresarial está atacando los convenios colectivos y los sindicatos se ven desbordados. Estamos viendo cómo las estrategias sindicales que se basan en la huelga sectorial se revelan inútiles y las acaba sufriendo no quien las proclama, sino los mismos de siempre, los trabajadores más precarizados. Y es que, las huelgas sectoriales, no son aconsejables en períodos de recesión y depresión como el que nos encontramos. ¿Por qué no? Por sus consecuencias para el trabajador.

Veamos: Toda medida de presión busca utilidad y, cuando una asamblea se decanta por una huelga sectorial, debe ser consciente de las posibles consecuencias. En una huelga a nivel de empresa, la competencia sigue trabajando y, por tanto, la empresa pierde. Sin embargo, si la huelga se produce a nivel de sector, ninguna empresa gana ni pierde.

En un periodo de recesión, donde existe una sobrecapacidad productiva, no trabajar supone un alivio para la patronal: no abona sueldos ni cotiza a la seguridad social por los días de huelga; y sabe que lo que no se produce en un mes se podrá producir en los dos meses siguientes ante la baja demanda. Sólo la penalización por fechas, en algunos contratos, podría suponer cierta presión para alguna empresa. En tal caso, la empresa dispone de disculpas y procedimientos para que otra empresa, de otra provincia o país, asuma la parte de producción afectada; pero los huelguistas tienen que pagar sus hipotecas y comer. Por eso, no cobrar un mes supone ahondar en la precariedad del trabajador.

Una huelga de un día puede suponer una llamada de atención. Pero los paros indefinidos tendrán una utilidad muy limitada. Dicho esto, quisiéramos enfocar el problema desde la parte de de la demanda, como en caso del PIB, y no desde la parte de la oferta: Las empresas trabajan para ofrecer bienes y servicios al consumidor; pero nos encontramos con cuatro millones de ciudadanos que no pueden adquirirlos al no disponer de ingresos ni de trabajo. Cuando hablamos de sindicalismo, debemos hacerlo de solidaridad y defensa de los derechos de los trabajadores. ¿Acaso los desempleados no son también trabajadores? Sí, pero indefensos: al no estar en ninguna empresa, se encuentran dispersos y sus intereses no serán defendidos al entrar en contradicción con los de sus compañeros empleados. El problema de su desamparo se debe a la inexistencia de una “sección sindical del desempleo”. Por eso, proponemos que los desempleados se organicen como personas afectadas, y que defiendan sus derechos sin desvinculación alguna de su sector laboral; pero efectuando dicha organización y defensa a través de una sección sindical propia que atienda a sus problemas específicos.

Consideramos que, en estas circunstancias, lo que más afecta a las empresas no es la huelga, sino la falta de consumo. Por eso, además de proponer una “Renta Básica de Ciudadanía” que garantice el consumo necesario para mantener la existencia, sugerimos una huelga de consumidores. Hace un año, se emitieron correos aconsejando cambiar de compañía petrolera. En estos hechos puede haber cierta intencionalidad, pero consumir el mínimo petróleo posible afecta a todo el sector y produce escozor en los ejecutivos. Además, una huelga al consumo durante un día, sería una respuesta de solidaridad hacia aquellos que no pueden consumir porque carecen de ingresos.

El aplazamiento del cierre de Garoña puede interpretarse como un pago a Endesa para que retrase sus planes de despedir a 12.000 Trabajadores. Pero hay otra alternativa: con la liberalización de la comercialización los consumidores pueden cambiar de compañía eléctrica. Esto puede hacer meditar a los ejecutivos: si despiden no obtendrán más beneficios ya que los ciudadanos se irán a la competencia.

La solución para la economía no está en las huelgas sectoriales ni en el despido, sino el establecimiento de una Renta Básica de ciudadanía que permita una vida digna, a partir de la cual el trabajo sea libre. Pero para ello hay que vencer las resistencias empresariales y la subyugación del trabajador. Mientras no lleguemos a esa Renta Básica, las mejores medidas de presión son: la denuncia a Hacienda de aquellas ilegalidades fiscales que cometen los empresarios (cobrar en negro por la venta de viviendas, no facturar toda la producción…), y la denuncia a las Inspecciones de Trabajo. Sólo a través de la solidaridad, y de la correcta gestión del consumo, se podrá hacer entender que lo correcto no es producir a cualquier precio, sino valorar las calidades humanas de la producción. Para que ello sea posible, debemos cambiar nuestro modelo fiscal, ya que con él no favorecemos a quien no consume, ni favorecemos a quien menos recursos utiliza. Este es el nudo gordiano que hay que romper. Es necesario fiscalizar al capital y la especulación a través del IVA, y de un impuesto sobre el valor monetario añadido (IVMA); y no seguir fiscalizando al trabajo. Mientras no seamos conscientes de ello, no avanzaremos.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Pasaba por aquí y me ha sorprendido lo bueno que es este artículo. Felicidades. Deberían firmarlos y adelante. Paco.

Anónimo dijo...

Gracias Paco, por su comentario. Las ideas que aquí aparecen las suscribimos,prácticamente en su totalidad, las socias y socios de ARENCI. Cuando algún miembro firmamos un artículo, no quiere decir que la opinión sea nuestra en exclusiva. Normalmente son fruto de escritura colectiva, con un redactor final. Así que firma "ARENCI", aunque no aparezca...
Si quiere ver más sobre RB y sindicalismo, lea la tribuna que nos publican hoy en La Crónica de León (pinchar en el apartado de opinión: http://www.la-cronica.net/2009/07/11/opinion/index.htm)
Horacio García

Anónimo dijo...

Me ha parecido muy interesante eso de un impuesto para la especulación, lo que permitiría regular su actividad financiera. Lo del IVA también, supongo que eliminando el impuesto de sociedades y el IRPF. Pero ¿quién pone el casvcabel al gato?. Maribel

Anónimo dijo...

Hemos visto como el gobienro justifica el mantenimiento de garoña por el empleo.

Les van a dar 100 millones para crear alternativas.

De los desempleados ¿Quien se acuerda?

Lo que no dicen:
la central tiene combustible para funcionar otros dos años más, esta completamente amortizada por lo que las comapñias electricas ingresan 100 millones anuales.

En caso de accidente, sera el estado el que asuma cualquier coste.

Un saludo

Jose Miguel

Anónimo dijo...

os pego un cometario de internet
que le viene como anillo al dedo al articulo:

-Como bien señala Paul Ariés, “el tiempo juega en contra del huelguista en la huelga
general de trabajadores… pero en la huelga general de consumidores el tiempo juega a favor nuestro. Los lazos que unen al trabajador con su patrón son mas
materiales que mentales, pues no deja de ser cierto que hay que llegar a fin de mes”. En
cambio, los lazos que nos atan a la mercancia como consumidores son mas mentales que materiales, pues una parte importante de lo que comprarmos solo pretende satisfacer una necesidad inventada por los publicistas, o para calmar con objetos nuestras necesidades emocionales. Evidentemente no estamos hablando del coche que el obrero necesita comprar para llegar al polígono industrial donde no hay transporte público, sinó del cochazo de lujo que se compra para materializar la ilusión
del statu

Anónimo dijo...

-“La prespectiva de una huelga general de consumo obliga a tomar conciencia de
que la verdadera fuerza no está en el pseudo-poder del consumidor, que votaría
con su portamonedas, sinó en del ciudadano que se rechaza como consumidor, al
igual que el trabajador en huelga se rechaza como productor para ser sujeto político”
(Paul Ariés)

Anónimo dijo...

Eso se llama desobediencia civil. Sí, hay que hacer algo, pero el qué. Yo me pregunto, ¿qué podemos hacer los parados? ¿Una huelga? ¿Consumir menos aún? Hace falta liderar un gran movimiento y apuntarnos todos a una, pero es un sueño. Yo me paso las horas navegfando por internet, viendo la tele y viviendo con mis padres, con 39 años. Mi novia trabaja en unos grandes almacenes y la da para vestir, sus gastos, aportar algo a su casa y nada más. Estamos atados de pies y manos. esto e suna mierda. Siento mi pesimismo. Manolo, elde Mayorga de Campos.

Anónimo dijo...

Recordad: "Un hombre dijo no y cien mil voces dijeron no, y tembló Roma..." (kirk Douglas en la película "Espartaco"). No al consumo irracional.

“NEGRAS TORMENTAS AGITAN LOS AIRES, NUBES OSCURAS NOS IMPIDEN VER…”
ROMPAMOS CON LA INERCIA
DE UNA ECONOMÍA
CADUCA

Podemos pasar de una cultura de esclavos del trabajo a la cultura de la libertad.No es mi lucha, ni la tuya por solucionar un problema particular; es nuestra lucha general y ciudadana por el bien común y hacer que avance nuestra sociedad hacia mejor…
Horacio García

Anónimo dijo...

Muy bonito, señor Horacio, muy peliculero, pero salimos del cine ¿y qué? ¿O quiere que nos crucifiquen como a los que dijeron no? ¿Qué hacemos? No se puede hacer nada. Nada. Nada. Nada. Bueno sí, cantar, decir frases bonitas, seguro que usted tiene su silla en una oficina. Y volverán las oscuras golondrinas en su balcón sus nidos a colgar. Amén. Miguel Ángel Santos.

alfredo dijo...

Un gran artículo. ¿Cuando veremos un movimiento políticosocial creado por Arenci y otros y que impulse estos valores?. Necesitamos una tercera vía en la ziquierda con urgencia .Muchos esperamos algo diferente con entusiasmo.
Animo