viernes, marzo 16, 2007

La renta básica, o la revolución de la igualdad

Don José Luis Rodríguez Zapatero promete una revolución social con la nueva «Ley de Igualdad», cosa muy de alabar. ¿Pero lo hace de una manera respetuosa con la libertad de empresa y la economía de mercado? Hay sombra de dudas.

Nuestra propuesta de Renta Básica Europea incide directamente en la solución del problema de injusticia social contra las mujeres que plantea la nueva ley. Pero lo hace de una manera muy distinta y totalmente respetuosa con la libertad de empresa y la economía de mercado. El interés por la igualdad y el estudio de nuestra propuesta de Renta Básica de Ciudadanía van parejos. La idea va calando poco a poco en los políticos, desde que saltó a los medios de comunicación, a raíz de la admisión a estudio por parte del Parlamento Europeo. Algunos, como Santiago Ordóñez, coordinador local de Izquierda Unida en León, han aceptado el reto de estudiar la propuesta y dialogar (Cf. «La Renta Básica, o la revolución de la economía política», El Mundo/La crónica de León 19/9/2006).

Lo más corriente, hasta la fecha, es que, desde la obcecación ideológica y doctrinaria -y no desde el razonamiento científico sobre los datos empíricos de la realidad-, a derecha e izquierda del espectro político se rechace, descalificándola sin más. Nos atribuyen incluso ideas de su imaginación, como que pedimos que se dé a los emigrantes, cuando ARENCI ha rechazado expresamente esta posibilidad. Nuestro rechazo obedece a diversas razones completamente ajenas a una injusta discriminación por raza, cultura y demás: «si a cada uno que llega de fuera se le diera una paga, más que básica sería de lujo ante el cambio de moneda y el nivel de vida inferior del país del que parte». Sería deformar el contenido y el sentido técnico de la Renta Básica que, desde nuestra perspectiva, se entiende como «un ajuste del mercado, que sirve para equilibrar el desarrollo financiero del sistema productivo». Además, «Aplicar la Renta Básica ha de llevarnos a prevenir las causas de la inmigración, no a querer paliar sus efectos espectacularmente, pues haría fracasar tal medida». Consideramos que el inmigrante recibe el equivalente a la Renta Básica «con todos los derechos de ciudadanía garantizados, y con un pluscapital mínimo que le va a permitir invertir y hacerse con una propiedad en su país, sin esfuerzo añadido, con el simple cambio de contexto». Las citas, literales, están tomadas de Ramiro Pinto Cañón: Los fundamentos de la Renta Básica y la «perestroika» del capitalismo (Madrid: Entimema, 2003, pp. 155-157). Justo es que la gente conozca la fuente original de la propuesta admitida a estudio por el Europarlamento y, en este caso, su incidencia sobre la igualdad.

El rechazo doctrinario desde la izquierda se debe a que somos defensores del libre mercado y de la libertad de empresa; y a que, en consecuencia, rechazamos la política actual de subvenciones y el intervencionismo del estado. Nuestra propuesta halla fundamento en economistas liberales clásicos como John Stuart Mill, incluso en los estudios de un ultraliberal como Hayek (ver Inflación y pleno empleo, Unión editorial, Madrid 1976). De la Escuela de Friburgo (Ordoliberal), también liberal, pero opuesta a la Escuela de Chicago (ultraliberal), asumimos el concepto de «Economía social de mercado», puesto al día en su aplicación. En ella se encuadran economistas tan relevantes como Ludwig Erhard (1897-1977), padre del aplaudido «milagro alemán» y famoso por querer «Unir el principio de libertad de mercado con el de equilibrio social».

El rechazo equivalente por la derecha se debe a que olvidan, interesadamente, buena parte de los fundamentos económicos liberales que dicen tener. A liberales y neoliberales no les gustan nada nuestras afirmaciones sobre la conveniencia de pagar impuestos, que estos deban ser progresivos y que el fruto de la especulación ha de contribuir proporcionalmente a financiar el bien común. John Stuart Mill, ya a mediados del siglo XIX, defendía la necesidad de una profunda transformación de la propiedad individual, introduciendo mecanismos de mejora del propio sistema económico para conseguir la completa participación de todos los miembros de la comunidad en las ganancias que de ella se derivan. Según él, las leyes del mercado dependen de la oferta y la demanda, pero no así la distribución, cuyas consecuencias incita a estudiar y lo conveniente que sea o no. La distribución depende de las instituciones humanas, de las leyes y de las costumbres de la sociedad (el reparto o no de la riqueza es opción ideológica). La derecha prefiere callar esto. Por otra parte hoy, al contrario de lo que ocurría en tiempos de Stuart Mill, la ciencia anticonceptiva evita la explosión demográfica, lo cual permite introducir sin temor la Renta Básica como criterio de distribución previo al mecanismo del mercado, para que luego la oferta y la demanda entren en una relación de intereses mutuos.

Tampoco representamos, como creen algunos, una «tercera vía» conciliadora entre socialismo y neoliberalismo. La Renta Básica no consiste en un modelo socialista reformado ni en un modelo liberal también revisado, ni es las dos cosas a la vez sino que, siendo una evolución de ambas, tiene entidad propia; surge del desarrollo evolutivo, mediante un proceso dialéctico en el sentido más estrictamente hegeliano, algo nuevo, diferente y diferenciado que no es la mezcla de las causas de que surge. Ante el debate sobre las medidas neoliberales, basadas en el monetarismo, como antítesis del keynesianismo, la Renta Básica aparece como la síntesis de ambas políticas económicas, superando a ambas e integrándolas al mismo tiempo, lo cual es el fundamento teórico necesario para enraizar la Renta Básica con la realidad económica de nuestra sociedad y su evolución en la historia; es el resultado del crecimiento económico y es el límite que permite hacer sostenible el desarrollo; pues «la racionalidad del mercado exige una base financiera repartida de manera general, una especie de plataforma económica en donde se instale y cimiente el mercado para que luego se desarrolle por sus propios medios » ( Oc. p. 396).

ARENCI aporta una vía alternativa o, en todo caso, una «cuarta vía» empapada del espíritu científico de esas personas que piensan la economía a pie de calle, sean amas de casa, pastores en Babia o catedráticos en la universidad. Propugnamos una medida estrictamente económica que otros han de formular en términos de derecho y de política social. Ahora bien, por sus amplias consecuencias en todos los niveles de lo social (en lo económico, en lo político y en lo cultural, etcétera), la Renta Básica supone una nueva conquista ciudadana que amplía el «Reino de la Libertad» y hará más llevaderos los problemas personales y sociales derivados de la necesidad. También contribuirá a una mayor igualdad entre hombres y mujeres, que es de justicia alcanzar. Muchas gracias.

Atentamente.

Horacio García Pacios, presidente de ARENCI-León y Castilla, trabajador social

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy buen artículo. Le felicito sñor Horacio. las dudas que tenemos son perjuicios, y creo que conocer esta teoría de la que habla requiere estudio. Que los poñíticos la estudien lo dudo. Hay que ir a los profesores de economía. Una reflexión muy seria y alejada de utopismos. Enrique Delgado.

Anónimo dijo...

Gracias don Enrique, por su comentario. Hoy recibimos gratas noticias del interés político por la renta básica: Izquierda Socialista se interesa por abrir el debate sobre el tema dentro del PSOE.