viernes, febrero 09, 2007

RENTA BASICA Y EL SISTEMA DE ENSEÑANZA

Por Ramiro Pinto

En las I Jornadas, de Barcelona, sobre el derecho a una Renta Básica, quedó un tema pendiente, indicado por uno de los grupos de trabajo: hacer una reflexión sobre la educación que hemos recibido y que reciben nuestros hijos. Al fin y al cabo la manera de pensar de cada sujeto y de la sociedad en su conjunto es el resultado de un aprendizaje.

La Renta Básica es técnicamente posible, en términos económicos. Pero hay un freno que rechaza, incluso plantear el tema como algo a debatir, que es la mentalidad. Más aún, en ambientes de izquierdas hay una resistencia al tema porque son incapaces de concebirlo. Se plantean, también en fuerzas "alternativas", cambios cuantitativos, mas no cualitativos.

¿A qué responde nuestra manera de pensar? Sin hacer grandilocuentes planteamientos, ociosos y fuera de la realidad cotidiana, se observa que en el colegio educan a los niñ@ para que sean alguien el día de mañana. Ser alguien consiste en tener un trabajo, cuanto más remunerado mejor. El medio se adapta al fin. Estudiar se convierte en la Universidad en una carrera de obstáculos, examen tras examen, o una evaluación tras otra.

Aprender se pervierte en saber aprobar, para lo cual hay que tomar apuntes y l@s chavales y jóvenes acaban obsesionad@s o deprimid@s y asqueados de algo tan fantástico como es el saber. Luego esto se traslada a la vida y esta es la imagen que tenemos de nuestra existencia. Hay que sacrificarse porque la vida es así. ¿Pero es así o la hacemos así?

El presente se elimina a cambio de un futuro, que además no elegimos, sino que nos condiciona. Tenemos que aparcar nuestras aficiones, nuestra vocación para acoplarnos a las necesidades económicas y ser unos desgraciados alegres, en el mejor de los casos. Para tal coartada se ha creado el consumismo, la fascinación de los espectáculos como nuevo opio del pueblo.

Nuestro sistema educativo ofrece muchos conocimientos, para aprender sobre las cosas. Se ha olvidado educar los sentimientos, las emociones y a disfrutar de aprender, a descubrir el carpem die de cada momento. Lo que nos hará disfrutar de nuestra existencia, en la abundancia o en la escasez, es precisamente poder ser nosotros mismos, elegir nuestro camino. Pero se reducen demasiados aspectos de la vida a aparentar.

La Renta Básica propone otro modelo de sociedad, y es también un instrumento para lograr ese cambio. Es un fin y un medio, un en sí y para sí, que diría Hegel, pues se trata de un proceso dialéctico de la realidad económica. Sin embargo para pensar en tal posibilidad hay que cuestionarse la manera habitual de reflexionar y abordar los problemas cotidianos. Y nos enfrentamos a nuestro bagaje cultural forjado en la educación y enseñanza.

¿Es qué no puedo ser feliz? ¿No puedo aprender por el gusto de saber? Para ser solidario con los demás y ayudar a quienes me necesiten y yo contar con su colaboración. En esto se fundamenta el funcionamiento del mercado y de la economía. Incluso puedo querer trabajar para enriquecerme, pero sirve para poco si no dispongo de tiempo suficiente para disfrutar de lo que acaparo. Con la renta básica el dinero es lo que es: un símbolo para el intercambio. Perdería su poder absoluto sobre la política y las conciencias. Por dinero uno vende hasta a su madre, y se ve tan normal. Las ideas políticas degeneran y es en la trampa en que estamos atrapados. Aunque cambiará todo, si la economía domina nuestras vidas nada vale en autenticidad.

Seguir en esa rueda implica que hay que fabricar obreros y empresarios, y consumidores ávidos de gastar el dinero que ambicionan. Para eso está el sistema de enseñanza, cuyo contrapeso necesario es el botellón, el pastillaje, amén de otros escondrijos por descubrir. Hace falta adormecer la conciencia y evadirse para poder continuar en la rueda. Criticar y orientar el sistema de enseñanza en otro sentido más lúdico, más profundo, más emocional y más reflexivo y científico nos puede llevar a entender que la Renta Básica es necesaria no sólo para comer, sino también para trabajar mejor, porque el empleo es parte de nuestra vida y no una actividad que nos arrebata despiadadamente la existencia.

El sentido de educar es para ser un buen trabajador, una buena persona, pero se ha deformado en hacerlo para tener un buen puesto de trabajo y tener de paso el piso y lo demás. Se ha olvidado la base de el sistema de enseñanza de los países democráticos: enseñar a ser más libres, a querer y fomentar la libertad. Lo cual exige conocimiento, cultura, arte. Se está yendo a lo contrario, disciplina y exámenes, con meter la religión de tapadillo y otras gracias de la Contrareforma estamos cultivando el totalitarismo para el futuro, que es el modelo que ofrece la derecha, pero que permite y consiente, con lágrimas de Boabdil, la izquierdilla remendona.

Esta lucha no es para mañana, sino para aquí y ahora. Y es algo que se ha olvidado.
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3 comentarios:

Anónimo dijo...

Sí señor, quiero felicitar al autor, pues el mal de nuestra enseñanza y de lo que nunca se habla es que se ha mercantilizado, en los profesores y en el objetivo: el día de mañana, el trabajo. El hecho de aprender, para saber qué quiere uno ser, comprender la realidad se ha olvidado y eso hace que sólo se fijen en cumplir el programa. Soy madre de dos hijas que van al fracaso escolar, leen, y les gusta saber, pero no al ritmo que marcan los profesores y las clases. Hoy todo se hace por dinero y es el ídolo de oro. La renta básica puede hacernos salir de este error. Con el tema de la enseñanza no he podido evitar escribir algo. Elena Badillo.

Anónimo dijo...

Realmente brillante. Felicidades. Julio.

Anónimo dijo...

La renta básica debe ceñirse a lo económico, que es su ámbito. estas ideas corren el peligro de caer en la utopía y no llegar a nada. respecto lo que dice al final el autor se ve que es un poco ateo, pues creo que hace falta la cultura religiosa. ¿Cómo entender los conflictos de hoy en día? Si los ignoramos ¡que Dios nos pille confesados! Laura Ramos.