Con la reciente desaparición, el 29.04.2006, de John Kennett Galbraith, a los 97 años, se pierde a uno de los economistas más sugerentes y provocadores, al tiempo que una de las personalidades más influyentes en la política estadounidense del siglo XX. Sus dos libros clásicos, El Gran Crash de 1929 un corto ensayo sobre el desplome bursátil y la depresión de los treinta- y La sociedad opulenta (1958), criticaron, respectivamente, el laissez faire de la preguerra y el desencanto poskeynesiano de la sociedad del consumo, el despilfarro de la nueva era de publicidad y marketing y la desigualdad social. Su ingeniosidad a la hora de acuñar frases que resumían en dos o tres palabras tendencias socioeconómicas aumentó su influencia. La frase "opulencia privada, sordidez pública" pareció resumir una verdad intuitiva, aunque los números de los econometristas ya al mando en las facultades insistían científicamente en que todo era como debía ser. En Cultur of contentment (1992) hizo una crítica pesimista a una sociedad democrática en la que el bienestar de la mayoría había marginado políticamente a una minoría desfavorecida.
Galbraith se manifestó asimismo a favor de un ingreso garantizado cuando los editores del THE TIMES Higher Education Supplement pidieron a una serie de conspicuos pensadores que, de cara al reciente inicio del siglo XXI, expusieran brevemente ‘el anticipo -y/o deseo- que juzgaran, en cada caso, más relevante para el campo de su trabajo intelectual durante los 100 próximos años’. El conjunto de los autores englobaba un espectro tan diverso como para incluir a, entre otros: el ADNólogo Watson, la bióloga Margulis, el cosmólogo Weinberg, la cyborgpsiquiatra Turkle, el et(ic)ólogo Singer, el evolucionista Gould, la farmaconeuróloga Greenfield, el futurista Clarke, la genterapista Anderson, la Internética Spender, el sociolingüista Chomsky, el literato Eco, el Nobel de economía Sen, el oncólogo Nurse, el padre de la ‘pildora’ Djerassi, el paleoantropólogo Stringer, el politólogo Fukuyama, el psicólogo Goleman, la publicista Showalter, el ecólogo-químico ambiental Rowland, etc... Estas visiones fueron publicadas en PREDICCIONES: 31 grandes figuras pronostican el futuro, edic. de Sian Griffiths, Madrid, Taurus, 2000. En su colaboración, Galbraith, coincidiendo con Fernando Savater, se declara a favor de la renta básica.
sintexis"La economia del fraude inocente" John Kenneth Galbraith
"Un país rico puede garantizar una renta a quienes no la tienen. Si algunos no trabajan, que así sea. Se sabe que también los ricos ocasionalmente prefieren el ocio".
CASTIGAR A LOS BANQUEROS, NO A LOS TRABAJADORES. por John K. Galbraith
El desarrollo económico y social que más me gustaría ver en este siglo es algo que aborde con firmeza lo que he contemplado en el siglo que ha terminado. Se refiere a la pobreza, y cuenta con dos manifestaciones claras. En las grandes ciudades de los países industriales aún existen islas de privación, y esto es especialmente cierto en Estados Unidos. La desigualdad es una característica básica.
La brecha entre niveles de rentas debe ser reducida y, en particular, mejorando las condiciones de quienes ahora son los más desfavorecidos. No hay nada que niegue tanto el disfrute de la vida y en realidad de la libertad misma como una falta total de dinero, o una situación que se le aproxime. Un país rico puede garantizar una renta a quienes no la tienen. Si algunos no trabajan, que así sea. Se sabe que también los ricos ocasionalmente prefieren el ocio.
En el mundo en su conjunto hay poblaciones extremadamente empobrecidas. Las personas son personas: sufren de hambre, falta de techo o enfermedad, estén donde estén. Como seres humanos deben ser el objeto de nuestra compasión y nuestra ayuda, de nuestra preocupación y nuestra acción. Debemos reconocer también que el fin del colonialismo dejó a algunos países sin Estado o con unos gobiernos crueles, egregios o incompetentes de los que no caber esperar bienestar alguno. En el futuro deberá existir algún procedimiento por el cual unas fortalecidas Naciones Unidas suspendan la soberanía en países cuyos gobiernos estén destruyendo a sus súbditos. No podemos en conciencia seguir aceptando unas décadas de crueldad como las experimentadas, y aún vigentes, en el Congo. Y también en otros lugares. En términos más generales, deberá haber una ayuda preparada y copiosa desde las naciones afortunadas hacia las más pobres.
Habrá que lidiar con otros problemas. El capitalismo sigue tendiendo a la inestabilidad debido a errores sistemáticos, como sucede actualmente en Asia, bajo su forma naciente en Rusia, en América Latina, y potencialmente cuando finalice la burbuja de Wall Street en Estados Unidos. Nuestros remedios presentes rescatan a los banqueros e industriales, que fueron los más propensos a la insania que causó todo, y prescriben restricciones a la ayuda de quienes más padecen el desastre. Tal la oratoria (la doctrina fundamental de Reagan era que, si se alimentaba al caballo con suficiente avena, una parte de ésta desembocaría finalmente en comida para los gorriones). Tal el Fondo Monetario Internacional, que salva a los banqueros y a los ejecutivos responsables de la crisis, y urge la restricción presupuestaria a expensas de los trabajadores y el público en general. Debemos conservar el FMI, pero bajo una forma más compasiva, más socialmente equitativa. Es innecesario aclarar que en este campo ansío ver reformas...
1 comentario:
WALL STREET PARECE UN CASINO
La crisis que ha sacudido Wall Street la última semana de septiembre pone de manifiesto que el modelo de fundamentalismo de mercado no funciona. Y este modelo es equivalente a lo que fue la caída del muro de Berlín para el comunismo.
Los agentes financieros americanos han inventado productos que no gestionaban el riesgo sino que lo producían "Si no hubieran diseminado el riesgo por todo el mundo, la crisis sería aún peor en los Estados Unidos"
Las pérdidas de las instituciones financieras europeas por las hipotecas subprime han sido mayores que en Estados Unidos. El que Estados Unidos diversificase estos activos hipotecarios entre tenedores de todo el mundo gracias a la globalización de los mercados ha suavizado de hecho el impacto en Estados Unidos.
América se esta ahogando. Si observamos la desigualdad, que es la mayor desde la gran depresión, el problema es serio. Si observamos el estancamiento de los salarios, el problema es serio. La mayor parte del crecimiento económico de los últimos cinco años se basaba en la burbuja de la vivienda, que ahora ha estallado.
.Durante su reinado como jefe de la Reserva Federal en la que surgió esta burbuja hipotecaria y financiera, Alan Greenspan tenía muchos instrumentos a su alcance para frenarla, pero no lo consiguió. Por su actitud contraria a la regulación.
Debio existir una mayor transparencia. Sin embargo, desde el punto de vista de los criterios reguladores, estos productos eran transparentes en un sentido técnico. Pero eran tan complejos que nadie los entendía. Aunque se hicieran públicas todas las cláusulas de estos contratos, no le habrían aportado a ningún mortal información útil sobre el riesgo.
En esta crisis, observamos que las instituciones más basadas en el mercado se vienen abajo y corren a pedir la ayuda del Estado. Al final, dicen todos, ese modelo no funciona. Este momento es señal de que las declaraciones de liberalización del mercado financiero eran falsas.
La hipocresía entre el modo en el que el Tesoro estadounidense, el FMI y el Banco Mundial manejaron la crisis asiática de 1997, y el modo en que se está manejando ésta, pinta de cuerpo entero lo especulativo del mercado que lo convierte en un casino.
WALTER DELGADO ACEVEDO
LIMA – PERÙ
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