Ahora, que estamos en época de crisis, nos recuerdan la necesidad de emprendedores con ideas creadoras. Dicen que los empresarios, «además de las administraciones públicas y otras instituciones, constituyen siempre el soporte básico sobre el que se apoya la realidad económica, y por tanto están llamados a desplegar sus ideas sobre organización, producción y competitividad». En este sentido, me parece magistral la tribuna de Afrodisio Ferrero Pérez «Empresarios Creadores» (Diario de León, 20/8/2008).
Es obvio que los empresarios son la gente con más posibilidad de crear empleo. Pero apuntan al desacierto quienes confunden los términos «crear riqueza» y «crear empleo». Es verdad que no hay futuro halagüeño sin emprendedores; pero no exageremos... Admito que la vocación del empresario no siempre es forrarse más o menos. El altruismo también florece en la clase empresarial y tiene mérito. Pero, salvo contadas excepciones, se demuestra puro cuento que «la vocación del empresario es crear empleo». La creación de empleo por las empresas parece, más bien, una necesidad que se impone por sí misma en cierta mínima cuantía; y siempre en función de las ganancias que el empresario pretende obtener con la venta de unos bienes y servicios, en relación con las previsiones del mercado. Es lógico y bueno que así sea; pues el fin de una empresa es crear riqueza a través de la producción y de la venta en el mercado de sus bienes y servicios. Y esto en el ámbito de una economía moderna, donde la «creación de riqueza» incluye no sólo la producción de los bienes y servicios que cubran las necesidades de la demanda (economía productiva), sino también la creación del dinero con qué adquirirlos y con qué financiar nuevas empresas (economía financiera).
Los empresarios «que fabrican sueños y construyen mañanas», crean riqueza... en primer lugar, para sí mismos, movidos por la avaricia. Es lo que generalmente suele ocurrir. Y, con ello, benefician a la sociedad si se mueven dentro de unos límites legales y éticos. Pero el aumento de los puestos de trabajo no es, en realidad, un bien buscado por sí mismo; ni por eliminar el desempleo; ni para favorecer el desarrollo personal del empleado, sino en función de otras expectativas incluso no económicas, como ganar prestigio o ganar votos distribuyendo «subvenciones al empleo». Por lo general, dicho aumento no es más que un efecto colateral de la avaricia o de la ambición política, o de ambas a la vez. De lo contrario, algo más se notaría; empezando por los horarios y las condiciones laborales. Además, si a los empresarios y directores de la política económica les interesara el desarrollo vocacional del ciudadano como persona emprendedora y libre, si creyeran en la gente... no promoverían tantas subvenciones, ni destinar miles de millones a «rescatar» a los ricos estafadores de la quiebra, sino que se diera directamente ese dinero al vecindario a través de una «Renta Básica». Pero no como limosna, sino como derecho ciudadano; evitando, así, la sacralización de políticos y empresarios como sumos sacerdotes y dispensadores de gracia del dios Capital.
No parece razonable crear empleo sin más ni más, fuera de las necesidades del mercado. Sí lo es exigirle a las empresas que cumplan las leyes, pero no que se transformen en instituciones dirigidas a impartir justicia social, igualdad, caridad o filantropía. Otra cosa es la fiscalidad sobre el mercado y el reparto o no de la riqueza, que toca decidir a los políticos. Además, las posibilidades de la inserción por el empleo son cada vez menores y más excluyentes porque no existen puestos de trabajo para todos. Sin embargo, una parte de los beneficios económicos excedentarios que genera una sociedad opulenta como la nuestra sí puede llegar a todos los ciudadanos, en forma de «Renta Básica»; porque dinero hay: no para todo, no para lujos, pero sí el suficiente como para garantizar a cada ciudadano el mínimo indispensable para sobrevivir, no más. Hay estudios económicos que lo demuestran y son de sobra conocidos por los especialistas, aunque a penas han transcendido fuera del ámbito universitario. Sin ir muy lejos, los próximos días 27 y 28 de noviembre se celebrará en Madrid el VIII simposio de
Desde la asociación leonesa Renta Ciudadana (ARENCI) hemos mantenido conversaciones con destacados miembros del PSOE sobre el particular y pedimos ser escuchados por el Sr. Rodríguez Zapatero, quién prometió y no cumplió. Pero aún no ha encontrado tiempo para recibirnos. Y eso que nuestra propuesta hubiera servido ante la crisis económica, que ya se anticipaba en la obra de Ramiro Pinto, así como las reformas estructurales necesarias para prevenir. Lean, si no me creen, “Los fundamentos de
Puente de Domingo Flórez 29 de septiembre de 2008
Horacio García Pacios (presidente de ARENCI)
3 comentarios:
Me parece muy bien, les sigo desde hace tiempo, pero creo que habría que convocar unamanifestación con un lema: Renta Básica yes. O se hace algo o nos vamos al carajo. Julián.
Un buen razonamiento, don Horacio, pero hágaselo llegar al gobierno y a los bancos centrales. En ciudadanos lo estamos debatiendo. José.
Excelente post, la definicion de los conceptos es totalmente asertiva.
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