sábado, septiembre 02, 2006
Renta Básica Europea y equidad fiscal
Un problema que arrastra la economía globalizada lo señala don X. Álvarez Corbacho en su columna «Fin de la equidad fiscal» (Diario de León 25/8/06). Es el primer efecto sobre el sistema tributario y la gestión de servicios públicos: «por razones de competencia fiscal, se llevan a cabo reducciones crecientes en la imposición sobre las rentas y ganancias de capital, así como en el impuesto de sociedades, reducciones que se compensan en parte ampliando la presión tributaria sobre las rentas del trabajo (salarios)». Cierto, «vivimos en sociedades desarrolladas donde el declive de la justicia fiscal es evidente» y «reducir la fiscalidad sobre rentas y ganancias de capital, frente al resto de ingresos y rendimientos, es dañar profundamente las bases de la equidad horizontal». ¿No es un hecho irracional, pero solucionable desde la economía misma, sin que sobre, por supuesto, la reflexión moral? En la Asociación Renta Ciudadana (ARENCI) vemos que hay remedio. Diario de León informó ampliamente sobre nuestra propuesta de Renta Básica Europea (3 y 12/8/06). La estudiará el Parlamento Europeo gracias a la capacidad de escuchar que mostró Bruselas, empezando por la eurodiputada Dª Elena Valenciano (PSOE). El modelo de financiación que presentamos parece la «vacuna» específica para tanto lamento e infelicidad derivados del sistema fiscal y adaptarlo a la nueva situación económica.
La Renta Básica es posible desde el punto de vista científico. Se desprende, entre otros, del estudio realizado por D. Ramiro Pinto Cañón: Los fundamentos de la Renta Básica y la ‘perestroika’ del capitalismo. Teoría alternativa sobre economía política en la sociedad tecnológica y del bienestar. (Madrid: Entimema, 2003). También lo es teniendo en cuenta las condiciones técnico-financieras en la zona euro: existe un excedente de riqueza fruto del avance tecnológico y de la especulación. Dicho excedente es mantenible y agrandable en un contexto de «economía social de mercado»; y es orientable hacia el desarrollo sostenible y el beneficio social mediante una reforma fiscal capaz de dinamizar el libre mercado. La dinamización se producirá, entre otras razones, porque el dinero para la subsistencia, distribuido a todos los ciudadanos, tenderá a gastarse y a crear un mercado mínimo de lo básico donde no lo haya. Se prevé mayor propensión al consumo de lujos a medida que contamos con más dinero disponible. Por eso proponemos trasladar los impuestos al consumo y prevenir con gravámenes el consumismo más perjudicial para el medio ambiente (Cf. rentabasica.blogspot.com).
Nuestra estrategia de financiación implica reforma fiscal, acompasada con la aplicación de la correspondiente Ley de Renta Básica Europea. No queremos quitar los impuestos ni bajarlos, tampoco que se queden como están, sino que cambien como de la noche al día. ¿En qué consiste el nuevo modelo fiscal? Sencillamente: en trasladar la carga de los impuestos que pagan ahora los trabajadores y las sociedades empresariales a los consumidores y a los beneficiarios de la especulación. Quien más pagará no será el que más trabaja (por vía IRPF) ni el que más produce (vía Impuesto de Sociedades) sino el que más lujos consume (a través de un IVA homologado para toda la zona euro) y el especulador (a través de la Tasa Renta Básica). Proponemos modificar los conceptos por los que el ciudadano paga actualmente impuestos. Queremos que se deje de pagar en razón de lo que se trabaja y en razón de lo que se produce; pero que se pague en razón de lo que se consume y en razón de los beneficios obtenidos por especular. Los consumidores de lujos y los más beneficiados por la especulación pagarán más. Así estableceremos, como pide la Constitución Española, «un sistema tributario justo inspirado en los principios de igualdad y progresividad que, en ningún caso, tendrá alcance confiscatorio» (art. 31.1). El mayor peso dejaría de caer sobre el IRPF y el impuesto de sociedades, que se podrían suprimir. Se pagaría dicho «IVA homologado» sobre el consumo, y una tasa sobre los beneficios de la especulación que llamamos «Tasa Renta Básica». Esta tasa es un porcentaje (en torno al 5% de los beneficios) que habría que pagar sobre los que nacen de la revalorización económica que se da sin que medie el trabajo productivo; por eso alguno se refiere a ella como «Tasa sobre la revalorización económica» o «Impuesto sobre el Valor Monetario Añadido». Aplicamos el mecanismo previsto por la «Tasa Tobin», pero más allá de las transacciones de capital. No pretendemos castigar al especulador, sino que colabore al bien común. Hoy lo hace en una medida irrisoria, si lo comparamos con el obrero que vive de una nómina, o con el trabajador autónomo que vive de un pequeño negocio y le cuesta llegar a fin de mes. El porcentaje que habría que pagar parece ridículo. Pero no es nada despreciable si pensamos que muchas pequeñas aportaciones suman más que pocas grandes a cuenta de los ricos. Dice la sabiduría popular: «valen más muchos pocos que pocos muchos».
Una de las objeciones a nuestra propuesta es que resultará muy cara. Sin embargo, esta medida y su acompañamiento fiscal pueden gestionarse de manera óptima a través del sistema de bancos centrales y la red tributaria. Así, los costes de recaudación no se incrementarían en exceso. Comparando inversión y resultados ¿No cuesta más la política de gasto orientada al espejismo del «pleno empleo», ligada a corruptelas y fraudes en las subvenciones a empresas o sindicatos, agricultores y ganaderos, o academias de enseñanza para el plan FIP...? ¿No habrá que contar, entre los beneficios colaterales de la Renta Básica, una mayor equidad fiscal? Pagar más, en el nuevo sistema, resultará buen negocio porque vamos a recibir más. Esta renta, siendo una medida estrictamente económica, ayudará a construir Europa más allá del mercado, mucho más allá. Por sus consecuencias en todos los niveles de lo social (económico, político, cultural...), supone una nueva conquista ciudadana que ampliará «el reino de la libertad» y hará más llevaderos los problemas personales y sociales derivados del «reino de la necesidad». Lástima que, incluso entre los economistas, se aplica un dicho del poeta Antonio Machado: «todo necio confunde valor y precio». Me lo recordó en los últimos debates don Fernando Labajos Briones, doctor en filosofía de la Nueva Escuela de Salamanca (Esthética Originaria). Pero no basta que la Renta Básica Europea sea viable científica y técnicamente. Se necesita voluntad política para impulsar su estudio y debate en sede parlamentaria, y atención de los medios informativos para animarlo, sacarlo a la calle y llevarlo hasta el último rincón.
Horacio García Pacios, Presidente de ARENCI
ARENCI-E: arenci@hotmail.com
La Renta Básica es posible desde el punto de vista científico. Se desprende, entre otros, del estudio realizado por D. Ramiro Pinto Cañón: Los fundamentos de la Renta Básica y la ‘perestroika’ del capitalismo. Teoría alternativa sobre economía política en la sociedad tecnológica y del bienestar. (Madrid: Entimema, 2003). También lo es teniendo en cuenta las condiciones técnico-financieras en la zona euro: existe un excedente de riqueza fruto del avance tecnológico y de la especulación. Dicho excedente es mantenible y agrandable en un contexto de «economía social de mercado»; y es orientable hacia el desarrollo sostenible y el beneficio social mediante una reforma fiscal capaz de dinamizar el libre mercado. La dinamización se producirá, entre otras razones, porque el dinero para la subsistencia, distribuido a todos los ciudadanos, tenderá a gastarse y a crear un mercado mínimo de lo básico donde no lo haya. Se prevé mayor propensión al consumo de lujos a medida que contamos con más dinero disponible. Por eso proponemos trasladar los impuestos al consumo y prevenir con gravámenes el consumismo más perjudicial para el medio ambiente (Cf. rentabasica.blogspot.com).
Nuestra estrategia de financiación implica reforma fiscal, acompasada con la aplicación de la correspondiente Ley de Renta Básica Europea. No queremos quitar los impuestos ni bajarlos, tampoco que se queden como están, sino que cambien como de la noche al día. ¿En qué consiste el nuevo modelo fiscal? Sencillamente: en trasladar la carga de los impuestos que pagan ahora los trabajadores y las sociedades empresariales a los consumidores y a los beneficiarios de la especulación. Quien más pagará no será el que más trabaja (por vía IRPF) ni el que más produce (vía Impuesto de Sociedades) sino el que más lujos consume (a través de un IVA homologado para toda la zona euro) y el especulador (a través de la Tasa Renta Básica). Proponemos modificar los conceptos por los que el ciudadano paga actualmente impuestos. Queremos que se deje de pagar en razón de lo que se trabaja y en razón de lo que se produce; pero que se pague en razón de lo que se consume y en razón de los beneficios obtenidos por especular. Los consumidores de lujos y los más beneficiados por la especulación pagarán más. Así estableceremos, como pide la Constitución Española, «un sistema tributario justo inspirado en los principios de igualdad y progresividad que, en ningún caso, tendrá alcance confiscatorio» (art. 31.1). El mayor peso dejaría de caer sobre el IRPF y el impuesto de sociedades, que se podrían suprimir. Se pagaría dicho «IVA homologado» sobre el consumo, y una tasa sobre los beneficios de la especulación que llamamos «Tasa Renta Básica». Esta tasa es un porcentaje (en torno al 5% de los beneficios) que habría que pagar sobre los que nacen de la revalorización económica que se da sin que medie el trabajo productivo; por eso alguno se refiere a ella como «Tasa sobre la revalorización económica» o «Impuesto sobre el Valor Monetario Añadido». Aplicamos el mecanismo previsto por la «Tasa Tobin», pero más allá de las transacciones de capital. No pretendemos castigar al especulador, sino que colabore al bien común. Hoy lo hace en una medida irrisoria, si lo comparamos con el obrero que vive de una nómina, o con el trabajador autónomo que vive de un pequeño negocio y le cuesta llegar a fin de mes. El porcentaje que habría que pagar parece ridículo. Pero no es nada despreciable si pensamos que muchas pequeñas aportaciones suman más que pocas grandes a cuenta de los ricos. Dice la sabiduría popular: «valen más muchos pocos que pocos muchos».
Una de las objeciones a nuestra propuesta es que resultará muy cara. Sin embargo, esta medida y su acompañamiento fiscal pueden gestionarse de manera óptima a través del sistema de bancos centrales y la red tributaria. Así, los costes de recaudación no se incrementarían en exceso. Comparando inversión y resultados ¿No cuesta más la política de gasto orientada al espejismo del «pleno empleo», ligada a corruptelas y fraudes en las subvenciones a empresas o sindicatos, agricultores y ganaderos, o academias de enseñanza para el plan FIP...? ¿No habrá que contar, entre los beneficios colaterales de la Renta Básica, una mayor equidad fiscal? Pagar más, en el nuevo sistema, resultará buen negocio porque vamos a recibir más. Esta renta, siendo una medida estrictamente económica, ayudará a construir Europa más allá del mercado, mucho más allá. Por sus consecuencias en todos los niveles de lo social (económico, político, cultural...), supone una nueva conquista ciudadana que ampliará «el reino de la libertad» y hará más llevaderos los problemas personales y sociales derivados del «reino de la necesidad». Lástima que, incluso entre los economistas, se aplica un dicho del poeta Antonio Machado: «todo necio confunde valor y precio». Me lo recordó en los últimos debates don Fernando Labajos Briones, doctor en filosofía de la Nueva Escuela de Salamanca (Esthética Originaria). Pero no basta que la Renta Básica Europea sea viable científica y técnicamente. Se necesita voluntad política para impulsar su estudio y debate en sede parlamentaria, y atención de los medios informativos para animarlo, sacarlo a la calle y llevarlo hasta el último rincón.
Horacio García Pacios, Presidente de ARENCI
ARENCI-E: arenci@hotmail.com
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